La palabra Zarzuela evoca, inmediatamente, la residencia del Jefe del Estado. Es el palacio donde vive el Rey con su familia y se encuentra en las afueras de Madrid, en el Monte del Pardo. No se conoce bien el origen del nombre Zarzuela. Al parecer, está relacionado con la abundancia de zarzas en la zona, aunque hay quien afirma que el nombre deriva de que en el lugar se celebraban los primeros recitales acompañados de música y que, más tarde, darían lugar a la ópera en Italia.
La palabra zarzuela tiene como acepción, la de plato de varios pescados guisado con una salsa. También obra dramática y musical de origen español en la que, con acompañamiento musical, se canta y se habla. Es a esa zarzuela a la que queremos referirnos.
Perece ser que su origen hay que buscarlo a mediados del siglo XVII, bajo el reinado de Felipe IV y durante varios siglos evolucionó, buscando convertirse en una ópera de carácter netamente hispano frente a la ópera italiana. La presencia de Carlo Broschi, conocido como Farinelli, en la corte de Felipe V y sobretodo en la de Fernando VI decantó la pugna en beneficio de la ópera italiana. La zarzuela fue minusvalorada y quedó como un género menor. Se le denominó género chico, pero gozaba del favor del público que se sentía mucho más identificado con ella que con las óperas italianas que tenían lo que se denominaba un público más selecto y minoritario. La grave crisis por la que España atraviesa en los años finales del reinado de Isabel II, y tras la caída de ésta como consecuencia de la revolución de 1868, estuvo a punto de hacerla desaparecer. El elevado precio de una entrada para asistir a la representación de zarzuelas quedaba fuera del alcance de los bolsillos de las clases populares. Pero ya en la Restauración la aparición de músicos y autores de libretos conectaron con los gustos populares, como los maestros Chueca y Valverde que estrenan La Gran Vía en 1886, a la que seguirán Agua, azucarillos y aguardiente y La alegría de la huerta. La obra La verbena de la Paloma (1894) con música Tomás Bretón y libreto de Ricardo de la Vega marcó otro hito. Estas y otras zarzuelas dieron al género empaque y el espaldarazo definitivo. En estas décadas de esplendor las había de tres actos y de uno sólo y, en origen, sólo a estas últimas se denominaban como género chico. Pero la hispana tendencia al menosprecio de lo propio y alabanza de lo foráneo hizo que la denominación, que tenía una cierta connotación despectiva, se extendiera a toda clase de zarzuelas. El género no pasará de ser catalogado como pequeño y menor; en definitiva género chico frente a las óperas, obras mayores, que llegaban de fuera. A ello colaboró, sin duda, el hecho de que entre las élites cultas se tuviera un cierto menosprecio a la zarzuela por su carácter netamente popular.
El empeño de personalidades como Plácido Domingo por romper estereotipos y acabar con ciertos desdenes es algo más que encomiable. Ha puesto de manifiesto el enorme éxito que la zarzuela cosecha en otros países y que revelan que el menosprecio indígena tiene escaso soporte. Pero actuaciones como la del genial tenor no pueden quedarse en iniciativas aisladas. Se hace necesario impulsar proyectos que den su sitio a un género que de chico no tiene nada. ¿La fusión en ciernes del Real y la Zarzuela va por ese camino?
(Publicada en ABC Córdoba el 28 de abril de 2018 en esta dirección)
Soy de la misma opinión, el desprecio hacia lo nuestro es característico en los españoles, un genero nuestro tan rico en el reflejo de nuestra sociedad, que debíamos de promocionar es portar y defender como pratimonio “Nacional”, tan único, un género precioso que debía ser subvenciónado por el estado, y representado por todo el país, porque es cultura y debe de ser conocido por los niños y jóvenes, si alguien pudiera Impulsar este proyecto haría algo importante por nuestra riqueza ultraligero, un ” saludo,