Ahora hemos sabido que los terroristas del 11-M barajaron volar la tumba donde reposan los restos de los Reyes Católicos.
UNA de las muchas joyas artísticas que tiene Granada es la Capilla Real. Se trata de una especie de relicario, anexo a su catedral, donde se guardan obras de primer orden de nuestro patrimonio artístico y también de nuestra historia.
Frustrada la posibilidad de que el templo toledano de San Juan de los Reyes, mandado construir por los Reyes Católicos —todavía el Papado no les había concedido ese título con el que pasaron a la posteridad—, pudiera convertirse en el panteón de los monarcas, como consecuencia de las dificultades que el cabildo catedralicio toledano pusiera para que en dicho templo se erigiera otro cabildo de canónigos, Isabel y Fernando decidieron construir la Capilla Real. Fue concebida, con traza del último gótico, como lugar para su eterno descanso. Efectivamente, en dicha capilla se guarda el sepulcro de los Reyes Católicos y también el de su hija Juana y su marido, Felipe de Habsburgo. Dichas tumbas, labradas en Italia y después enviadas a España, son dos de los mejores ejemplos de los llamados sepulcros de túmulo, coronados con las figuras yacentes de los difuntos. Se trata de obras de referencia entre las que nos dejó la escultura renacentista en España. La tumba de Isabel y Fernando fue encargada a Domenico Fancelli —un artista italiano que introdujo el renacimiento en España donde dejó la mayor parte de su obra—. La de Juana y Felipe se la debemos a Bartolomé Ordoñez, el más italianizado de los escultores españoles y, como en buena parte de sus trabajos, en ella se aprecien claras influencias de Miguel Ángel.
Ahora hemos sabido, según ha declarado el subdelegado del gobierno en Granada, que los terroristas que atentaron el 11 de marzo de 2004 contra los trenes que se acercaban a la estación de Atocha también barajaron, entre otras posibilidades, la de atentar contra la Capilla Real granadina. Así lo revela una investigación policial, conocida ahora, donde la existencia de numerosos datos descubiertos e investigados minuciosamente por la policía —entre ellos el alquiler de una vivienda por los terroristas en una localidad del área metropolitana granadina— lo confirman. Los terroristas habían elegido la Capilla Real porque se trata de un lugar con una importante carga ideológica y porque, de haberse materializado, posiblemente no habría producido víctimas, lo cual es un consuelo, pero habría supuesto una tremenda sacudida en la conciencia de los españoles. El islamismo radical sigue siendo una amenaza en la actualidad. Los datos de la policía señalan que la amenaza es incluso mayor que en el año 2004. También es cierto que el número de agentes destinados a combatirlo es, con diferencia, más numeroso que entonces.
Lo que los terroristas proyectaban con la voladura de la Capilla Real tenía una tremenda carga simbólica. Granada, como Córdoba, es una de sus referencias. Se trataba de golpear todo un símbolo y llevaba implícita una supuesta venganza histórica. Su objetivo era volar la tumba donde reposan los restos de los Reyes Católicos, al ser ellos quienes habían concluido, con la conquista de Granada, la larga lucha que había enfrentado a cristianos y musulmanes durante casi ochocientos años. Se trataba de atentar contra quienes habían puesto punto final al dominio del islam sobre tierras peninsulares. Ese atentado no metrializado es todo un aviso para navegantes cuando algunos buscan la reivindicación de Al-Andalus. Lo mismo que los islamistas radicales.
(Publicada en ABC Córdoba el 15 de marzo de 2014 en esta dirección)