Durante algo más de dos siglo siglos y medio, los que van desde que Juan de Mariana publicó, en 1592, su Historiae de rebus Hispaniae libri XX , más tarde, en 1601, traducida al español con el título de Historia general de España, hasta la Historia General de España, de don Modesto Lafuente, cuyo primer tomo se publicó en 1850 —se concluiría, muerto Lafuente, por don Juan Valera—, la historia de España la escribieron los enemigos del imperio hispánico: ingleses, holandeses, franceses…
Muchos lo hicieron de forma que los españoles quedaron retratados como gentes viciosas crueles, violentas, genocidas… y que nuestra contribución al progreso de la humanidad había sido nula. Esa versión fue aceptada —como tantas otras por el hecho de venir de fuera— por muchos españoles que hoy continúan manteniendo esos conceptos vertidos, en su momento, con la intención de denostar a un país que había mostrado una clara superioridad en diferentes aspectos. Un ejemplo de todo ello fue la conquista de lo que hoy es buena parte de América, cuyos territorios formaron parte del imperio español durante tres siglos. Un imperio que, a diferencia del colonialismo practicado por ingleses, holandeses, belgas o franceses, implantó las mismas estructuras administrativas que tenía en la metrópoli —más allá de las injusticias cometidas, que no fueron pocas— al establecer virreinatos como el de Nueva España o el del Perú, al igual que estaban establecidos en la metrópoli o en los dominios europeos de aquel imperio.
Desde el primer momento, la Corona impulsó el mestizaje entre sus súbditos de ambos lados del Atlántico o en una fecha tan temprana como mediados del siglo XVI se debatió sobre la naturaleza lícita o ilícita de la ocupación de aquellas tierras, en una controversia sostenida por Juan Ginés de Sepúlveda y fray Bartolomé de las Casas. Al mismo tiempo en la universidad de Salamanca, con Francisco de Vitoria a la cabeza, se creaba lo que entonces se denomino el derecho de gentes —origen del moderno derecho internacional—, se defendía el mestizaje y planteamientos de los que hoy conocemos como globalización. Frente al mestizaje hispano la exterminación de nativos ha sido elemento fundamental en otros procesos de conquista como el que dio lugar en el mundo anglosajón a la configuración de los Estados Unidos. Desde España se impulsó la creación de universidades en aquellos territorios, llegando a ser cerca de una treintena, cuando se produjo la independencia de los virreinatos americanos. Otra diferencia sustancial con los planteamientos colonialistas de otras potencias europeas.
Los nativos, en la lucha por la independencia, estuvieron las más de las ocasiones al lado de la Corona de España, frente a los criollos —descendientes de los españoles asentados en américa— que fueron los impulsores del independentismo. Hoy, doscientos años después de aquellos acontecimientos, uno de los descendientes de españoles que emigraron a América, más concretamente a Méjico, que ha afirmado que siente un odio visceral por los españoles —lo cual incluye a sus abuelos y otros antepasados— exige a la corona de España que pida perdón. ¿Por haber acabado con el imperio mexica y sus matanzas rituales de miembros de otras tribus del Anahuac, que fueron colaboradores de Cortés y sus hombres para poner fin a aquella barbarie?
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 4 de octubre en esta dirección)