Los derechos de veto siempre se me han antojado un privilegio que carecen de sentido en las instituciones democráticas. No deja de llamar la atención el derecho de veto, por ejemplo, que determinados países tienen en el Consejo de Seguridad de la ONU. Son los vencedores de la Segunda Guerra Mundial más la República Popular de China. Son los que mandan en el concierto internacional y ese privilegio es una imposición que lastra con frecuencia los debates en tan importante organismo internacional. El veto suele ser utilizado para que no se debata acerca de un asunto que incomoda al que veta o a algún aliado que prefiere evitar debates sobre ciertas cuestiones que incomodan.
Estos días hemos asistido en el Congreso de los Diputados a algunas espantadas provocadas por el uso del veto. Una de ellas ha sido la de Ciudadanos que se ha retirado de la llamada comisión territorial, creada a iniciativa del PSOE. La razón argumentada por la formación naranja ha sido que los socialistas han vetado la comparecencia de Alfonso Guerra, José Bono, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Juan José Laborda. Un veto verdaderamente llamativo porque ha sido impuesto por sus propios correligionarios. Añádase a ello que su comparecencia era para hacerlo en una comisión donde se debate la estructura del Estado y los vetados no eran gentes cualesquiera a la hora de hablar de esa materia. Estamos hablando de un vicepresidente del gobierno y de dos presidentes de comunidades autónomas, uno de los cuales fue además presidente del Congreso de los Diputados, y de un presidente del Senado.
No resulta fácil explicar estos vetos del PSOE e inmediatamente surgen preguntas ¿Por qué veta la comparecencia de algunos que, en otro tiempo, fueron sus más cualificados representantes? ¿Qué temor albergan en Ferraz a lo que puedan decir personas tan ilustres dentro de la familia socialista? La comisión fue creada para analizar el actual modelo autonómico del Estado y plantear lo que Pedro Sánchez denomina como “nación de naciones” para referirse a España. Un concepto que le cuesta mucho trabajo explicar y que una de sus personas de confianza, Adriana Lastra, al ser preguntada sobre ello, lo más que pudo decir fue que es un modelo como el que tiene… Bolivia.
No parece lo más razonable que Ciudadanos abandone una comisión. No es la forma de abordar los problemas. Como tampoco parece razonable que lo haga el PSOE que, a las primeras de cambio, se ha marchado de la comisión que trata de articular en España un sistema educativo estable, después de más de tres décadas de bandazos que han llevado a la educación al lamentable estado en que se encuentra en este momento. Pero no lo es tampoco el veto a comparecientes que por su experiencia pueden aportar mucho en una comisión donde se aborda nada más y nada menos que la posible configuración de un modelo de Estado.
El sanchismo, que deja cada vez más claro que no se sustenta sobre fundamentos sólidos, ha ofrecido una pobre imagen que profundiza en ese perfil líquido y melifluo que es una de las señas de identidad de Sánchez. Mala cosa para un partido que en España lo ha sido de gobierno y, a lo que vemos, camina sin rumbo. Producen mucho desconcierto vetos tan increíbles como el que ha llevado a Ciudadanos a abandonar una comisión donde se debate la esencia de la nación de naciones.
(Publicada en ABC Córdoba el 24 de marzo de 2018 en esta dirección)