Regina Coeli tiene todas las trazas de convertirse en la historia de nunca acabar porque el viejo monasterio erigido sobre la casa que donara a finales del siglo XV doña Mencía de los Ríos a las dominicas no acaba de encontrar el ajuste necesario e imprescindible para que su restauración sea una realidad. Su historia es larga y variada. Se mantuvo como monasterio hasta la desamortización de 1835, la de Mendizábal. La salida de las religiosas hizo que su vida en los años siguientes fuera mucho más agitada. Desde escuela de Veterinaria a cuartel de la Guardia Civil, pasando por almacén de tocinos, bodega y casa de vecinos. Esos usos terminaron dejándolo en un lamentable estado, literalmente en ruinas.

La restauración del otrora cenobio de las dominicas era en Córdoba el buque insignia del Plan Turístico de Grandes Ciudades (2014) impulsado por la Junta de Andalucía en colaboración con los ayuntamientos correspondientes. Se decidió, con la derecha gobernando, que fuera museo de las cofradías cordobesas, pero después se consideró que ese no era un uso adecuado -la nueva corporación era socialcomunista- y se planteó convertirlo en un contenedor cultural.

Desde entonces el proyecto ha sufrido toda clase de vicisitudes. Las obras debían de haberse puesto en marcha cuando el Partido Popular gobernaba la ciudad y estaba al frente de la corporación José Antonio Nieto y debería de haber estado concluidas dos años después Esos eran los plazos que se contemplaban en las bases. Sin embargo, no fue así. La corporación que tuvo al frente a Isabel Ambrosio, con Pedro García en el área de Turismo, fue incapaz de darle a las obras el impulso necesario no ya para concluirlas, sino para ponerlas en marcha. Desde los mencionados titubeos para no continuar los planteamientos del anterior Ayuntamiento -la triste historia de siempre- hasta fiascos a la hora adjudicar las obras. Cuatro años perdidos y una acumulación de prórrogas para tratar de evitar que la aportación de la Junta de Andalucía, al final sustituida por otra del gobierno de España, se perdiera por incumplimiento.

La última perla a esta corona de despropósitos la ponía hace pocas fechas, la primera teniente de alcalde y delegada de Turismo, Isabel Albás, al afirmar que las obras de restauración del convento de Regina Coeli pasaban poco menos que a dormir el sueño de los justos porque hay otras necesidades más urgentes a las que atender. Una auténtica astracanada que el alcalde Bellido tuvo que salir a poner en razón, declarando que el Ayuntamiento mantiene el proyecto de rehabilitación del convento. Pedro García también ha salido a la palestra para pedir que las obras en el antiguo cenobio de los dominicos se mantengan porque la ciudad, tiene razón, no está para perder ayudas de otras administraciones. Pero después de su actuación en este terreno estaría mejor callado.

Las obras en el convento de Regina Coeli recuerdan el título de una obra que hace ya algunos años, se publicó en de 1979, se convirtió en un extraordinario éxito. Nos referimos a La historia interminable, de alemán Michael Ende. Tal vez, como nos decía el autor señalando que su obra iba mucho más allá de una historia para jovencitos, que a veces para hacer realidad las cosas hay que tener capacidad recorrer para caminos complicados en los que la imaginación es un elemento fundamental. Con las obras de Regina Coeli ciertamente tienen un recorrido complicado. Esperemos que lleguen a buen puerto.

(Publicada en ABC Córdoba el 25 de julio de 2020 en esta dirección)

Imagen de Wikimedia: De Justojosemm – Cordobapedia, GFDL, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=34555232

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