Los devotos de Clío y quienes creemos que el oficio de historiador, como decía Cervantes en el capítulo IX del Quijote, debe hacer que, quienes por tales se tienen, sean “puntuales, verdaderos, no nada apasionados y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición, no les hagan torcer el camino de la verdad, cuya madre es la historia… depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de los presente, advertencia de lo por venir…”, sólo podemos calificar como una desvergüenza, dicho en términos históricos, lo que vienen haciendo sujetos como Víctor Cucurull y Jordi Bilbeny, con el impagable apoyo de la Generalitat de Cataluña. La sucesión de invenciones sobre nuestra historia, que constituyen todo un diccionario del disparate, sería digna de una novela de ciencia ficción donde la fantasía más desbordada fuera el único elemento, de no ser por la insidia que destilan. Constituyen perlas, verdaderamente cultivadas, en aras de un supuesto engrandecimiento de la historia de Cataluña, considerada como un aparte de la Historia de España, que debe parecerle apasionante y de valores extraordinarios cuando hacen verdaderos esfuerzos de tergiversación y convierten en catalanes algunos de los más representativos acontecimientos y personajes de la Historia de España.
Veamos algunos ejemplos, ciertamente llamativos. La capital del mítico Tartessos, buscada en diferentes puntos de Andalucía, más o menos próximos a la desembocadura del Guadalquivir, por historiadores de todas las tendencias y reputados arqueólogos, ha sido identificada por esta pareja, como Tortosa, en la desembocadura del Ebro. La denostada conquista de América, obra de los colonialistas castellanos, cobra repentinamente un halo de catalanismo, al transformarse el extremeño Hernán Cortes, en Ferrán Cortés. También era catalán el dominico sevillano Bartolomé de las Casas; en realidad, era el padre Bertomeu. También convierten en catalán al alcalaíno Miguel de Cervantes, cuyo verdadero nombre era Miquel Servent y afirman que el original del Quijote fue escrito en catalán, hecho que se ocultó. Sólo se hizo pública la versión en castellano por temor a la inquisición que, según los disparates de Cucurull y Bilbeny, la tenemos en su defensa de la ortodoxia romana interviniendo por primera vez en materias lingüísticas. También la han emprendido con el genovés Cristóbal Colón y el descubrimiento de América. Colón era catalán, de Gerona, que es lo más parecido a Génova que han encontrado en Cataluña. La “Pinta”, la “Niña” y la “Santa María” no partieron del onubense puerto de Palos, sino de un lugar de la costa catalana llamado Pals. También era catalana la abulense Santa Teresa y su verdadero nombre no era Teresa de Cepeda y Ahumada, sino Teresa Enríquez de Cardona. El “Enríquez”, de fuertes resonancias castellanas, se catalaniza con el añadido “de Cardona” y todo se redondea señalando que nació en Padralbes. Hacen catalán al portugués Hernando de Magallanes, tras “identificar” como una senyera el gallardete que lucía de uno de los barcos que en e 1519 partía del puerto de Sanlúcar de Barrameda. Los hijos de Fernando II de Aragón -no los bastardos que los tuvo por docenas-, sino los habidos de su matrimonio con Isabel I de Castilla eran catalanes, al menos por vía materna, porque nacieron de una especie de vientre de alquiler de una noble catalana.
Lo dicho, desvergüenza histórica sin límites. Algún día nos obsequiaran con que Jesús de Nazaret era catalán y los catalanes el pueblo elegido.
(Publicada en ABC Córdoba el 17 de octubre de 2015 en esta dirección)
la culpa de lo de cataluña es de tres,una sociedad pasiva,un catalanismo manipulador y un estado corrupto q apesebra al pueblo para q no proteste.sr calvo desde q el oro de las indias inundo las instituciones españa paso a ser un pesebre y el pueblo catalan tiene derecho a ser libre de la mediocracia,eso no significa q quiera que nos dejen y q los separatistas manipulen la historia…creo q a las instituciones le viene grande el futuro q nos depara.un saludo