La historia ha buscado fechas emblemáticas, simbólicas, para fijar el paso de una época a otra o el final y el comienzo de un siglo. Para España, por ejemplo, el otoño de la Edad Media -parafraseando a Johan Huizinga- y el comienzo de la Moderna se inició en 1492, con la conquista de Granada por los Reyes Católicos que acababan con la presencia de un estado musulmán en España. Ese año, particularmente emblemático para nuestra historia, también fue en el que Colón descubrió América, se decretó la expulsión de los judíos que no se bautizaran o se editó la primera gramática castellana, obra de Elio Antonio de Nebrija. Desde una perspectiva internacional, el final de la Edad Media y el comienzo de la Moderna se suela situar -salvo en el devaluado análisis marxista de la historia- en 1453 cuando los ejércitos del sultán Mehmet II se apoderaron de Constantinopla. Nuestro siglo XIX -históricamente hablando- comienza en 1808 con el inicio de la guerra contra las tropas napoleónicas, conocida como la guerra de la Independencia y acaba, en 1898, con otra guerra; ésta contra los Estados Unidos a cuenta de Cuba y que terminó con el llamado «desastre del 98» no sólo por la derrota, sino por la forma en que se produjo.
Recientemente, los historiadores han planteado distintas fechas para ponerle final al siglo XX, con el que también acababa un milenio. Se barajó como fecha histórica para el cambio de siglo -en este tiempo de cambios tan espectaculares- el año 1989, cuando se produjo la caída del muro de Berlin. Todo un símbolo que señalaba el hundimiento del bloque soviético, que había mantenido un pulso durante casi medio siglo con los occidentales dando lugar a la denominada «guerra fría». Ciertamente marcaba el final de una época. Pero tras el atentado terrorista sufrido por Nueva York, el siglo XXI comenzaba aquel 11 de septiembre porque el ya mundo no volvería a ser igual.
Amenazas terroristas, radicalismos que dejan hueros los espacios ideológicos moderados, crispación internacional, restricciones a parcelas cada vez mayores de las libertades ciudadanas, en aras de la seguridad, convicción de que ningún lugar del planeta está a salvo de una acción terrorista -los estadounidenses jamás imaginaron que algo como lo ocurrido hace diez años podía pasarles a ellos-, psicosis colectiva de inseguridad o clara percepción de vivir el final de un tiempo. Si hay una fecha que cerró el sangriento siglo XX y abrió el XXI con un abanico de incertidumbres fue el 11 de septiembre de 2001. Hace una década acabó un siglo y entramos en un nuevo tiempo.
(Aparecida en el ABC de Córdoba, el 10 de Septiembre de 2011 en esta dirección)