Ha llegado a mis manos una curiosa obra, titulada «Catalunya para marcianos» y que lleva como subtítulo «Tópicos, falacias y ensoñaciones del nacionalismo independentista», de Jaume Pi i Bofarull. En la solapa del libro se afirma que se trata de un «seudónimo de un intelectual catalán decidido a tomar la palabra contra las que, a su juicio, son las falacias más sobresalientes del inventario nacionalista».
El nombre que ha escogido para el seudónimo tiene fuertes raíces catalanas. El primero de sus apellidos, Pi, era el de uno de los principales líderes del republicanismo, en su vertiente federal, del siglo XIX español. Me refiero a don Francisco Pi i Margall, quien fue durante treinta y siete días presidente de la I República española. El segundo, Bofarull, es el de un archivero de la Corona de Aragón, un tanto tramposo, que llegó a falsificar documentos para que encajasen con las tesis del catalanismo que profesaba. Hay quien atribuye al tal Bofarull la falaz expresión de Corona Catalano-Aragonesa, que tanto gusta de usarse entre los sectores independentistas del noroeste de España para referirse a lo que históricamente fue la Corona de Aragón. Pero vayamos al grano porque más allá de autorías y apellidos esta «Catalunya para marcianos» es cosa que, a mi parecer, merece cuando menos unas líneas.
La obra en cuestión no resulta fácil de encajar en uno de los habituales géneros literarios. Es un ensayo. El lector dispone de un abundanteaparato crítico que, sin duda, el autor ha querido reflejar para dejar sentada no una erudición libresca, ni como ejemplo de tributo académico, acompañado del correspondiente turiferio, que es tan habitual en ciertas publicaciones universitarias, sino para mostrar solidez. Tengo la impresión de que Pi i Bofarrull ha querido poner de relieve que «Catalunya para marcianos» es obra sólidamente fundamentada y que nada de lo que se afirma en sus páginas, por muy esperpéntico que pueda parecerle al lector, es fruto de una imaginación desbordada o la consecuencia de una percepción delirante del mundo que le rodea, sino que se trata de algo que responde a la realidad. Está concebida como un proceso de adoctrinamiento de un taxista charnego, que en la obra aparece con el nombre de Cucufato -Cugat en catalá- Redrojo García, con el propósito de convertirlo en un buen catalán, según los principios de Oriol Conill y Pi, un alto funcionario de la Generalitat y vocal de una entidad denominadaÒdium Cultural. Las lecciones son cuarenta y siete. En ellas se habla del paraíso catalán, de los invasores castellanos, del milenarismo catalán, de Jaime I el Conquistador (Jaume el Conqueridor), de sus fuerzas armadas, de la senyera, la raza catalana, de la guerra civil de 19136-1939 presentada en el mundo independentista como una lucha de Cataluña contra España. No falta una lección sobre los Pujol o sobre Marta Ferrusola, también al «caganer» o a la «epopeya» del uno de octubre. La lección final se titula: «Si a Cataluña le restas Tabarnia, nos queda Catetuña».
Se trata de una ingeniosa parodia que, sin duda, levantará ampollas en los ambientes independentistas catalanes, pero que hará las delicias de muchos lectores que no giran en la órbita independentista. Está escrita con mucho ingenio y con la clara intencionalidad de ridiculizar sus planteamientos que, según el autor -de ahí el título-, parecen cosa de marcianos. Tejida sobre la base de sus propias afirmaciones como se puede colegir de las notas a pie de página de la obra.
(Publicada en ABC Córdoba el 16 de junio de 2018 en esta dirección)