Las profecías de Nostradamus, siempre difíciles de interpretar, han sido objeto de atención por parte de numerosos estudiosos.
UNO de los profetas más renombrados de su tiempo y que ha mantenido el interés de quienes creen en el don de la profecía es Michel de Nôtre-Dame, más conocido como Nostradamus. Médico de profesión, fue un profundo conocedor de la astrología y las artes adivinatorias. Confeccionó numerosos almanaques con pronósticos y vaticinios, y entre sus obras la que más fama le proporcionó fue «Las Profecías» publicadas en Lyon durante los años 1555, 1557 y 1568. «Las Profecías» se han reeditado en numerosas ocasiones. La fama ya lo acompañó en vida, siendo Catalina de Médicis una de sus devotas. Vaticinó, con un detalle que dejó perplejos a sus contemporáneos, la muerte de Enrique II de Francia. En una cuarteta de «Las Profecías» señalaba en el lenguaje críptico que es característico a su obra: «El león joven al viejo sobrepasará./ En campo bélico por singular duelo./ En jaula de oro los ojos le atravesará./ Dos choques uno después morir muerte cruel.».
A comienzos del verano de 1559 —la mencionada cuarteta llevaba ya tiempo publicada— se celebraron una serie de festejos en la corte de Francia con motivo de la boda de Isabel de Valois, la hija del rey Enrique, con Felipe II de España. Los festejos incluían la celebración de un torneo en el que participaría el monarca francés. Al parecer, algunos de sus consejeros y cortesanos trataron de disuadirle, temerosos de la predicción realizada por Nostradamus, pero Enrique II no hizo caso. Salió victorioso del primer lance, pero en el segundo, cuando se enfrentó al joven conde de Montgomery, la lanza de éste penetró por la visera de su dorado yelmo y, entrándole por un ojo le atravesó la cabeza. El monarca galo murió poco después en medio de terribles dolores. Las profecías de Nostradamus, siempre difíciles de interpretar, han sido objeto de atención por parte de numerosos estudiosos a lo largo de los siglos. Algunas de ellas se refieren a nuestro tiempo y una en particular llama la atención. En la cuarteta LXXIV de la quinta Centuria alude a un poderoso rey de España. Ese rey, la estirpe de Borbón —según Jean-Charles de Fontbrune uno de sus mayores estudiosos—, es quien se enfrentará a la amenaza del mundo islámico y saldrá victorioso.
Hoy, cuando se ha proclamado el califato por Abu Bakr al-Baghdadí lo que lleva implícita una llamada a todos los musulmanes para rendirle obediencia y lanzarse a la yihad contra los infieles, en medio de un creciente integrismo islamista, la cuarteta de Michel de Nostradamus supone, más allá de una «profecía» —no entramos a valorar ni el don de la profecía ni la validez de sus cuartetas como vaticinios—, una llamativa curiosidad. Señalemos que en la segunda mitad del siglo XVI la monarquía hispánica era la más poderosa del mundo y que los borbones estaban muy lejos del trono de España. También que en la segunda mitad de dicho siglo el islam era una amenaza seria para occidente —los otomanos avanzaban hacia el corazón de Europa por la cuenca del Danubio y por aguas del Mediterráneo—, pero dejaron de serlo a partir del siglo XVIII y nadie hace unas décadas imaginaba la dimensión actual del integrismo islámico.
Cuando menos, el pronóstico de Nostradamus no deja de ser una curiosidad.
(Publicada en ABC Córdoba el 16 de agosto de 2014 en esta dirección)