Los lectores de ABC Córdoba, y quienes sin serlo, avisados buscarán el ejemplar de mañana, están de enhorabuena. Me refiero a la decisión de ABC, compartida con la Diputación Provincial de Córdoba, de publicar un volumen con el «Tabernario sentimental» de Córdoba, obra de Tafur y Vic. Eso es un señor regalo. Con el periódico de mañana van a recibir GRATIS —mi opinión es que habría sido conveniente fijar una cantidad, aunque fuera simbólica como dice Carmen Forcadell que fue la independencia de Cataluña que ella proclamó desde la presidencia del Parlamento de aquella comunidad— un ejemplar de esa obra. No lo digo sólo porque el regalo en sí tiene su valor al tratarse de un volumen con doscientas cincuenta páginas a todo color con textos de Javier Tafur e ilustraciones de Vicente Torres (Vic), sino porque su contenido es de un valor extraordinario. Lo es tanto por la calidad literaria de los textos de Tafur y por el valor artístico de las instantáneas de Vic, como por la información que proporcionan.
Cuando hace algunas décadas se empezó a prestar atención entre nuestros historiadores a lo que vino en denominarse la vida cotidiana, se inició la búsqueda de testimonios para conocer cómo vivía la gente de una determinada época. Pero no cómo vivían los grandes personajes: reyes, grandes aristócratas, altas dignidades eclesiásticas. Había que rastrear el vivir —muchas veces un sinvivir— de las gentes sencillas, lo que se denominaba como «el común», «la plebe», «el tercer estado», «las clases populares». Había que acercarse a sus formas de vida. Es decir, conocer cómo eran sus viviendas, cómo vestían, que comían o que bebían —uno de los mayores insultos que se le podía a lanzar a un español del siglo XVII era el de borracho— y donde lo hacían. Cómo eran los mesones y las ventas, y que podía encontrarse en ellas. Saber cómo se divertían —no existía la Liga ni la Champions Ligue en la España de los Austrias—, así como cuáles eran sus devociones y creencias. Cuál su escala de valores o cuales los pecados más comunes —en esto último ha habido pocas variaciones—.La información no estaba a la mano.
Podía verse la indumentaria en los cuadros, pero no había muchos dedicados al común. Se buscó en los archivos notariales donde los testamentos, por ejemplo, empezaban con invocaciones religiosas que podían dar pistas sobre las devociones. También los contratos matrimoniales hablaban de los ajuares y el mobiliario. Algunas fuentes literarias recogían el ambiente de las ventas, mesones y figones. Los libros de los confesores nos podían situar en los pecados más frecuentes, algo que también podía colegirse de los llamados sermonarios, o colecciones de sermones para ser pronunciados en las festividades más importantes del calendario litúrgico.
¡Cuánto hubiéramos dado por un volumen como el «Tabernario Sentimental», escrito y publicado en la Córdoba del siglo XVII donde quedasen recogidas en sus páginas las tabernas, mesones o casas de comidas de la época! Saber que se comía o bebía en ellas, qué clase de gente las frecuentaba, quienes eran sus dueños y cuál era su historia. Ese «Tabernario Sentimental» sería una joya.
En el de Javier Tafur y Vicente Torres-Esquivias (Vic) tenemos todo eso referido a nuestro tiempo. Hoy tenemos mucha más información —no siempre fiable— de las cosas cotidianas que ocurren en este nuestro siglo XXI. Pero disponer hoy de una obra con el contenido del «Tabernario Sentimental» es un señor regalo. En el futuro, una joya.
(Publicada en ABC Córdoba el 20 de enero de 2018 en esta dirección)