Recientemente, reputados prehistoriadores han concluido que un resto óseo -un trozo fémur de unos quince centímetros de longitud-, encontrado en los años sesenta por unos espeleólogos en la cueva del Ángel de Lucena, perteneció a un preneandertal que estaría emparentado con el homo Haidelbergensis y situaría su antigüedad en torno a los 300.000 años. Una datación sumamente importante porque señalaría uno de los restos más antiguos de un homínido en Andalucía, muy próxima a los niveles temporales de Atapuerca, un referente del mundo prehistórico en España y en el mundo. En cosas como esta hay posibilidades extraordinarias. No sólo de enriquecimiento cultural, sino que abren expectativas en el terreno turístico, si se saben aprovechar. Un trozo de fémur en sí mismo, por muy antiguo que sea, por mucho valor científico que posea, no ejerce de polo de atracción de visitantes. Pero expuesto de forma atractiva y recreando el marco adecuado, junto a otros factores culturales de la zona, puede suponer una catarata de posibilidades inimaginables. Hace años en el sudeste de Francia, los cátaros -herejes medievales desconocidos para el gran público-, Occitania -el país de la lengua oc-, los trovadores, sus mercadillos y sus… se convirtieron en el «País de los cátaros». Sumaron esfuerzos y atrajeron una riada de visitantes que hoy llenan sus hoteles, comen en sus restaurantes, compran todo lo que la comarca ofrece y dan trabajo a cientos de personas.

En Córdoba tenemos elementos de tanto atractivo como los que puede ofrecer el sudeste francés y el fémur de la Cueva del Ángel es una prueba de ello. Tenemos la vieja capital del califato, la ciudad palatina de los omeyas, aceite, vino, una excelente gastronomía, semanas santas con improntas especiales, una historia de íberos y de romanos, y de judíos, y donde se dan la mano culturas diversas, que convirtieron las tierras meridionales de Córdoba en frontera durante dos siglos y medio; hoy sus atalayas y castillos nos hablan de esa antigua frontera que desapareció con la derrota de los nazaríes por los Reyes Católicos. No me negarán que las posibilidades son extraordinarias. Pero hay que sumar esfuerzos y no escuchar a los malos augures. Un reto de futuro está ahí. En todo lo que simboliza el fémur de la Cueva del Ángel.

(Publicada en ABC Córdoba el 20 de febrero de 2013 en esta dirección)

 

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