Parece que entran en su fase definitiva las obras que han de convertir el convento de Regina Coeli en un Contenedor Cultural, toda vez que el bipartito que cogobierna el Ayuntamiento decidiera que su destino no sería un Museo Cofrade, como estaba previsto cuando el anterior gobierno municipal firmó un acuerdo con la Junta para desarrollar el Plan Turístico de Grandes Ciudades.
El edil García anunciaba en 2016 -algo ha llovido desde entonces y sobre todo en las últimas fechas- que había comenzado el trámite para adjudicar las obras de marras y que estarían concluidas para octubre del pasado año. Pero como las cosas del Ayuntamiento van algo más que despacio ha sido ahora cuando se han adjudicado a la empresa Tudmir, que tiene su sede en la localidad murciana de Lorca.
Tudmir es un nombre de resonancias históricas. Así se denominaba al territorio que se extendía por el sudeste de la Península Ibérica en la época del reino visigodo. Vendría a ocupar -grosso modo- lo que en la actualidad son las provincias de Murcia y Alicante. Estaba gobernado por un tal Teodomiro que alcanzó un pacto con Abd-el-Aziz ibn Musa, el hijo de Musa ibn Nusayr, el principal jefe de los musulmanes que invadieron la Península en el 711 y a cuya autoridad estaba sometido el bereber Tarik ibn Ziyad. Es poco lo que sabemos de Teodomiro. Una historia, con ribetes de leyenda, recogida por varios autores musulmanes, entre los que se encuentran Al-Udri y Al-Himayri, que escribieron siglos después del acontecimiento, nos cuenta que utilizó una artimaña para hacer frente a los musulmanes cuando estos aparecieron por Tudmir. Con el objetivo de dar sensación de poder al enemigo, y ante la escasez de soldados, hizo que las mujeres de Orihuela, equipadas con cascos, lanzas, escudos y otros pertrechos militares se situaran en las murallas de la ciudad. Así ofrecería la imagen de que estaba defendida por un poderoso ejército. Con esta treta logró que Abd-el Aziz, cerrara un acuerdo con él. En virtud del cual, Teodomiro se sometía al poder de los musulmanes a los que se obligaba a pagar ciertos tributos: un dinar, más cuatro medidas de trigo, cebada, zumo de uva -es de suponer que se utilizaba el eufemismo para no poner vino, prohibido por el Corán-, y vinagre, más dos medidas de miel y otras tantas de aceite de oliva por persona y año. A cambio de ello Teodomiro se mantenía el poder. Mediante este acuerdo, Tudmir se convertía en una especie de reino independiente, pero tributario del poder musulmán.
El reino de Teodomiro incluía siete ciudades importantes, entre las que se encontraban Alicante, Orihuela, Mula y, desde luego, Lorca. Posiblemente también Elche y tal vez los otros nombres se refieran bien a Cehegín, a Cieza, a Elda o a Yecla, no se sabe con seguridad. Como tampoco se sabe hasta qué fecha se mantuvo en vigor este tratado. Sí sabemos, por el contrario, que, una vez asentado en el poder de Al-Andalus el omeya Abd-al-Rahmán I, en Tudmir hubo una revuelta pro abasí -la familia que había acabado con los omeyas en Damasco- y que Abd-al-Rahmán lo sofocó por la vía militar y convirtió al territorio en una cora más de Al-Andalus. Algunos autores sostienen que el tratado de Teodomiro hacía tiempo que había dejado de estar en vigor.
Esperemos que las resonancias históricas que nos trae el nombre de Tudmir, la empresa adjudicataria de las obras, sea un buen augurio para las actividades del Contenedor Cultural.
(Publicada en ABC Córdoba el 28 de marzo de 2018 en esta dirección)