En lugar de preparar proyectos para el plan del Gobierno, en el Ayuntamiento estaban más pendientes de un crucifijo.

Los casi tres meses de vida de la nueva corporación municipal no parece que hayan servido para fijar el rumbo. Más bien, da la impresión de que es todo lo contrario, que marchan sin rumbo. A la decisión de la alcaldesa, luego negada, de quitar del lugar que ocupa en Capitulares el cuadro de San Rafael Arcángel, de Antonio del Castillo —veremos si vuelve a ocupar su sitio después de la apresurada decisión de restaurarlo—, no han dejado de sumarse titubeos. El último, el del llamado «avión cultural» instalado en el parque de Miraflores, que ha pasado de ser de ser uno de los emblemas de la anhelada capitalidad cultural europea de 2016, la que fue prometida por Zapatero, a convertirse en un lastre que, según las últimas declaraciones del edil Pedro García —no garantizamos que puedan cambiar en cualquier momento—, puede ser quitado de su actual emplazamiento, aunque no se sepa qué puede hacerse con él. Lo que viene a ser lo contrario del «uso cultural» que hace poco se afirmaba que iba a dársele. Ignoro qué clase de «uso cultural» pensaba dársele, pero, como decía el Guerra —aclaro que me refiero al torero para que no haya equívocos—, «hay gente pa’tó».

Nunca me expliqué muy bien lo que podía significar el avión de marras para ser un emblema de la cultura cordobesa, ya que la ciudad cuenta con un aeropuerto del que ni entonces despegaban ni aterrizaban aviones y que hoy, cinco años después, siguen sin despegar ni aterrizar. El avión de marras podría ser interpretado como el símbolo del fiasco que supone la existencia de un aeropuerto sin uso ni visos de que vaya a usarse en la que es la décima capital de España por el número de habitantes. La idea era poco presentable, como poco presentable es que en su fuselaje siga luciendo el logotipo que recuerda la frustración, una más, que supuso aquella aspiración.

Otra prueba de esa falta de rumbo la tenemos en el Metrotrén, que fue descartado inmediatamente por el cogobierno. Sin duda porque era un proyecto de la anterior corporación municipal. Ahora se cambia de opinión y se plantea acometer esa conexión, si de forma asamblearia, los colectivos vecinales decidieran que es una buena cosa. En ese caso, se volvería a retomar. Es una forma de dar marcha atrás, sin que se note mucho el cambio de rumbo. Dejarlo en manos de una decisión asamblearia ya sabemos lo que significa porque conocemos bien lo que son las decisiones asamblearias.

Pero todo esto son minucias, si lo comparamos con la pérdida de los cientos de miles de euros que le corresponderían a Córdoba en el Plan de Impulso Económico, promovido por el gobierno de España para las ciudades que han cumplido los planes de saneamiento de las finanzas municipales. Córdoba se ha quedado fuera de dicho plan porque el cogobierno carecía de los proyectos necesarios, pese a las iniciativas llevadas a cabo, para acceder a él. Esos proyectos tenían que haberse presentado en las primeras semanas de este verano que ya se nos despide. Lamentablemente no se hizo, por aquellos días se estaba más pendiente de quitar un crucifijo de una vitrina o el cuadro de San Rafael Arcángel del lugar que ocupa, retirar las vallas de la parcela donde iba a construirse la ciudad deportiva del Córdoba C.F. y otras zarandajas por el estilo.

Lo dicho, sin rumbo o como afirman los castizos: «desnortados».

(Publicada en ABC Córdoba el 12 de septiembre de 2015 en esta dirección)

Deje un comentario