La visión anglosajona nos presenta un arquetipo de pirata heroico al margen de la ley pero que lucha por la justicia.
SANDOKÁN era el nombre de un príncipe de Borneo que había jurado vengarse de los británicos que lo habían expulsado del trono y asesinado a su familia. Eso es lo que nos cuenta Emilio Salgari, que lo convirtió en protagonista de algunas de sus novelas, como, por ejemplo, «Los piratas de Malasia», «Los Tigres de Mompracem» o «La venganza de Sandokán». Algunas de estas novelas han sido llevadas al cine o se han convertido en cómic. También se rodó una serie para la pequeña pantalla que cosechó un gran éxito en la España en los años setenta.
Muchos de nosotros crecimos no con la referida serie de televisión, sino con las novelas de Salgari, un prolífico autor, hoy injustamente olvidado en este mundo que se globalizada según los planteamientos de la cultura anglosajona, como revela el éxito de Halloween, en la televisión, en las guarderías, en los centros de enseñanza y en las familias. Emilio Salgari murió con apenas 48 años —se hizo el hara-kiri con un cuchillo malayo en las afueras de Turín como cuenta Santiago Posteguillo en «La sangre de los libros»—, dejando escritas más de ochenta novelas, la mayoría grandes éxitos editoriales. Algunas de ellas fueron lecturas favoritas en los años de su adolescencia para escritores de tanto renombre como Umberto Eco, Jorge Luis Borges —que como se sabe eran enemigos literarios irreconciliables—, Carlos Fuentes o Isabel Allende.
Nadie discutirá que se trata de nombres señeros en el mundo de la literatura, pero quizá hayan observado que todos ellos son ajenos al mundo anglosajón, donde Salgari ni ha sido reconocido, entre otras cosas porque los británicos son muy suyos, y tampoco goza, precisamente, de buena imagen. Por aquellas latitudes culturales su obra es considerada un asunto menor, algo así como novelillas insignificantes a las que no merece la pena dedicarle la menor atención. Posiblemente, la razón de ese desprecio por las novelas de Salgari la encontremos a que en ellas ocurre algo muy diferente a lo que nos han mostrado los anglosajones, con Hollywood a la cabeza, referente al mundo de la piratería. La visión anglosajona nos ha presentado un arquetipo de pirata heroico que, pese a moverse al margen de la ley, lucha por la libertad y la justicia. Esos intrépidos piratas se enfrentan a unos malvados, estúpidos e incapaces españoles, con los que han configurado otro arquetipo. Los españoles resultan siempre vencidos por los Morgan, los Drake, los Flint y otros asiduos bebedores de ron, con o sin pata de palo.
En las novelas de Emilio Salgari el papel que en la cultura anglosajona se reserva a los españoles, lo asumen los británicos. Los malvados son los gobernadores de Su Graciosa Majestad. Sus militares son un acabado modelo de perversidad. Enemigos de la libertad, sus acciones siempre están dictadas por la injusticia Son ellos quienes hacen gala de una estulticia palmaria y… siempre resultan vencidos. Sandokán es el héroe, el defensor de la libertad y de la justicia. El olvido de Salgari como escritor es, además de una injusticia literaria, una muestra de esa globalización según el modelo anglosajón que se nos impone cada día con más intensidad.
¡Ah! Deseo que quienes esperaban otra cosa, a partir del título de la columna, no hayan quedado defraudados.
(Publicada en ABC Córdoba el 19 de noviembre de 2014 en esta dirección)