La palabra Marrubial, al parecer, procede de marrubio, planta que suele darse en los terrenos secos y que tiene usos medicinales. El Marrubial designaría, pues, un lugar donde crecían los marrubios. Durante la Edad Media era una zona extramuros de la ciudad, ceñida por murallas desde tiempos muy antiguos. Unas murallas que convertían a Córdoba en una plaza fuerte -cosa que no era Sevilla por carecer de ellas- en época de los visigodos. Más tarde, bajo el dominio musulmán, en que la ciudad creció de forma extraordinaria, fue amurallada por los almohades. El pago donde crecían los marrubios quedó junto a esa muralla, en el límite oriental del casco urbano. Algo más alejado de los muros estuvo después el llamado «quemadero» donde eran llevados los condenados a muerte por el tribunal del Santo Oficio.
Entre las puertas que se abrían en esa zona de la muralla estaba la denominada de Plasencia. Daba paso al camino de Madrid y, en otros tiempos, cruzaron por ella importantes personajes de nuestra historia. Entró en alguna ocasión Fernando III, también su hijo Alfonso X yAlfonso XI, el que tuviera sólo un hijo con su esposa legítima, doña maría de Portugal y diez con su amante de toda la vida, doña Leonor de Guzmán. También los Reyes Católicos y el cadáver de Fernando IV para ser enterrado en la catedral cordobesa.
Una parte de dicha muralla ha llegado hasta nuestros días y, desde hace algún tiempo, se vienen realizando obras de mantenimiento y restauración -actualmente son importantes las que realiza el Ayuntamiento- con el propósito de ponerla en valor. También, desde hace mucho tiempo, se afirma que la ronda que corre paralela a la muralla, cuyo estado es más que lamentable, ha de ser reformada. El enorme tráfico que soporta lo hace sobre un pavimento cuyas condiciones son infames. La obra, en virtud de un acuerdo municipal con la Junta de Andalucía, corresponde a esta última por ser la titular de la ronda al tratarse de una antigua carretera que, engullida por el crecimiento de la ciudad, se ha convertido en una vía urbana. El problema con las obras de la Junta son sus largos retrasos y el incumplimiento de los plazos en lo que son sus obligaciones. En Córdoba tenemos muchas experiencias de ello. Las obras de la administración autonómica, si no quedan durmiendo el sueño de los justos, como es el caso de la llamada Autovía del Olivar, pospuesta «sine die», incumpliendo plazos y promesas, suelen disfrutar de largas siestas.
Los años de espera de la ronda del Marrubial que, tras la reforma, pasaría a depender del Ayuntamiento, se acumulan. Por ella circulan diariamente miles de vehículos y personas. Menos ilustres que quienes lo hicieron en otro tiempo, pero con la necesidad de que ese infierno circulatorio termine de una vez. Ahora la prometida reforma, que iba a estar concluida en la primera mitad del actual mandato municipal y así se consignaba en los presupuestos autonómicos que son poco más que papel mojado en cuanto a inversiones en obras e infraestructuras se refiere, sufre un nuevo retraso. No estará concluida, señalan, hasta dentro de casi dos años. Tratándose de la Junta de Andalucía poco crédito hemos de darle. Ni la ciudad de Córdoba, ni tampoco los miles de cordobeses que sufren a diario el estado de dicha ronda merecen tal engaño.
(Publicada en ABC Córdoba el 1 de noviembre de 2017 en esta dirección)