La llegada de un nuevo año, pese a que se trata de la sucesión de un día por otro de la misma duración al haber dado la Tierra un giro completo sobre su eje -esto último es algo que sabemos hoy, pero que a la ciencia le costó mucho desentrañar y a la Iglesia tanto o más admitir-, tiene algo de especial. Despedimos el Año Viejo al tiempo que recibimos el Año Nuevo. Son muchas las personas que ahora se plantean retos, otras hacen propósitos, en algunos casos son de enmienda y, por lo general, se producen algunas novedades. A los cordobeses con la llegada de 2016 nos subirá la presión fiscal -rompiendo la tendencia de los últimos años-, por obra y gracia del gobierno municipal, sin que los partidos que lo integran o lo apoyan nada dijeran en sus respectivos programas electorales del pasado mes de mayo. Subida de impuestos, pese a que los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, señalan que 2015 se despide con inflación cero y pese a que en muchos ayuntamientos de la provincia, con gobiernos municipales de color diferente, se han bajado los impuestos que pagarán sus respectivos vecinos.
Entramos en el nuevo año con los efectos de una decisión particularmente sectaria como es la de suprimir la ayuda de 12.000 euros -pese a que sube la presión fiscal como queda dicho- con la que el consistorio cordobés colaboraba con la Fundación Bangassou y con los que monseñor Juan José Aguirre remediaba alguna de las numerosas carencias de sus feligreses en la República Cetroafricana, uno de los países más pobres del mundo. Lo que el Ayuntamiento ha hecho con la Fundación Bangassou no es la única muestra de la particular forma de entender la solidaridad con que nos ha obsequiado el gobierno municipal, pero si es de las más sangrantes. Esa inicua decisión ha hecho que las cofradías de Semana Santa, a las que el ayuntamiento ha pretendido o al menos insinuado que quería cobrarle un impuesto por discurrir las procesiones por la vía pública y por la necesidad de concurrencia de la policía local a dichos actos, hayan reaccionado buscando aportar los euros que la insolidaridad del gobierno municipal ha materializado.
Este nuevo año de 2016 traerá nuevas efemérides, como es la del quinto centenario de la muerte de Fernando el Católico, varias de sus más importantes iniciativas políticas fueron impulsadas desde Córdoba. Alguna de esas efemérides tiene particular relevancia para la ciudad como es la que rememora el cuatrocientos aniversario del nacimiento de Antonio del Castillo, uno de los grandes de la pintura barroca española y el más representativo de los pintores cordobeses de su época. Castillo fue el autor del San Rafael que la alcaldesa había decidido retirar del consistorio, pero que allí permanece, incluso restaurado, después de rectificar. Ambrosio acertó con lo de la rectificación -se la hubiera ahorrado de no haber planteado el traslado-, como podría acertar si rectificara con algunas de las decisiones tomadas en materia de subvenciones, como podría ser al caso de la negada a la Fundación Bangassou.
La entrada de 2016 supone que los cordobeses, como muchos otros españoles, vamos a estar pendientes de si se forma gobierno, cual es el color de ese gobierno o si nos encontraremos abocados a otras elecciones. También por donde derivará eso que llaman el prusés y cuyos ribetes esperpénticos adornan el sainete en que devino hace mucho tiempo.
(Publicada en ABC Córdoba el 2 de enero de 2016 en esta dirección)
Excelente columna, y nunca mejor dicho, que ha de servir de cimiento para un nuevo acontecer en el devenir actual, para unas nuevas actitudes que han de encontrar los cauces sólidos de un amanecer constructivo en la Historia de España. Muchas felicidades y feliz Año Nuevo.