La Junta ha significado «municipios turísticos» en todas las provincias menos en Córdoba.

El ser municipio turístico, galardón que otorga la Junta de Andalucía, es, sin duda, un factor a tener en cuenta en la promoción -fundamentalmente fuera de nuestras fronteras- de cualquier localidad. Algo a tener muy en cuenta en una tierra como Andalucía que ha hecho del turismo una de sus principales fuentes de riqueza, hasta el punto de suponer el 13% de su PIB. Hace ya más de una década que la Junta de Andalucía elaboró una normativa en la que se recogían las condiciones que una población debía tener para entrar en el reducido club de los municipios turísticos. En la actualidad sólo son veinticuatro, distribuidos por la geografía andaluza. El mayor número de tales municipios está copado por las provincias de Málaga y Cádiz, al sumar entre ambas casi dos terceras partes del total. En cualquier caso sonsiete las provincias andaluzas que cuentan con algún municipio turístico. Sólo una de las provincias andaluzas está excluida y es Córdoba. Ninguno de sus pueblos, algunos de los cuales pueden ofrecer importantes atractivos, bien por su monumentalidad bien por contar con eventos de relevancia, ha logrado ese reconocimiento que ha permitido a ciertas localidades andaluzas -sobre todo, poblaciones de la franja costera malagueña y gaditana-, recibir por encima del millón de euros destinados a la mejora de su infraestructura turística y a su promoción. Poco ha servido a Córdoba el formar parte de las ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad ni contar con referentes como la Mezquita-Catedral, uno de los monumentos más visitados de toda España, o con el conjunto palatino de Medina Azahara o poseer una de las pocas sinagogas que hay en nuestro país, amén de sus patios, considerados también Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ninguna de esas realidades ha sido suficiente para que la ciudad de Córdoba haya sido considerado municipio turístico.

¿No hay en Córdoba y su provincia ninguna población con elementos para pertenecer a ese grupo? ¿Sus numerosos monumentos -iglesias, castillos, palacios, conventos, barrios- sus Semanas Santas -algunas verdaderamente espectaculares-, sus fiestas de la Cruz, algunos de sus parajes naturales -lagunas o zonas de alto valor geológico-, ciertas fiestas patronales o determinadas celebraciones, que recogen tradiciones muy antiguas, no tienen el suficiente atractivo para haber conseguido alguna nominación? ¿Estamos ante un maltrato de la administración autonómica? ¿Acaso ha influido en ello el hecho, verdaderamente insólito en Andalucía, de que hasta hace unos meses y sólo mediante unacoalición de perdedores, la ciudad de Córdoba no haya tenido un ayuntamiento gobernado por los socialistas? ¿Estamos ante una manifestación de desidia de las autoridades locales que deben promover dicha nominación? ¿La desidia es de los agentes del sector que esperan que todo llegue como un maná caído del cielo?

Cuando el turismo se ha convertido en una de las principales actividades económicas de Córdoba, ¿qué podemos pensar ante esta situación? No es consuelo el hecho de que conjuntos con tanto valor artístico e histórico como los de Úbeda y Baeza, también declarados Patrimonio Universal de la Humanidad, no sean municipios turísticos, algo que también resulta difícilmente explicable desde cualquier punto de vista que se analice. La realidad que se deriva de esta situación es que la Junta, al haber consignado más de 4.000.000 de euros en los presupuestos de 2016, los repartirá ente los municipios turísticos y, por lo tanto ni un solo euro vendrá a Córdoba. Como ocurre con tantas otras partidas presupuestarias.

(Publicada en ABC Córdoba el 23 de diciembre de 2015 en esta dirección)

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