Todo el mundo reconoce el despilfarro, pero todo el mundo protesta y pide su derecho. También, con huelga incluida y algarada callejera, piden los estudiantes de secundaria que «no se impida ir a la universidad al hijo del obrero» (sic). Pide el líder de Unión Cordobesa, el señor Gómez, que se le explique por qué representantes de las altas instancias de la ciudad iban a su casa a «ponerse púos» -permítanme, tratándose del señor Gómez, la expresión-, a base de pijotas frescas y jamón ibérico, y lo engañaban a cuenta de las tan traídas y llevadas multas que tiene pendientes con el consistorio del que forma parte y cuyos acuerdos le entran por una oreja y le salen por otra. Piden, determinadas asociaciones de jueces y fiscales, la retirada de las tasas judiciales contempladas en la ley Gallardón; bueno… piden algo más que no se atreven a decir a las claras porque, como está el patio, decirlo les dejaría en muy mal lugar. Piden los de Iberia, con una huelga de campanillas -tres semanas de paros-, entre otras cosas que se reconsideren los acuerdos con British Airways; acuerdos que en algunos aspectos tienen bemoles -perdonen otra vez la expresión coloquial- y llevan a la pérdida de rutas tradicionales en la compañía aérea española. Piden los basureros no trabajar treinta y siete horas y media semanales y que no se les rebaje el sueldo para mantener los efectivos de la plantilla. Pide el líder de los socialistas catalanes, el señor Navarro, que abdique el rey y tome las riendas el Príncipe de Asturias para pilotar una nueva transición. Supongo que al socialista catalán le parecen un exceso los treinta y cinco años de estabilidad democrática y considera necesario transitar hacia otro sitio, como en el Sexenio Revolucionario (1868-1874), cuando nuestros tatarabuelos transitaron por la caída de una monarquía, pasaron a un gobierno provisional, luego a otra monarquía de dinastía diferente, más tarde a un república, después a otro gobierno provisional y terminaron con la misma dinastía que cayó al principio. Y todo en sólo en seis años. Pide el señor Lara, don Cayo, que dimita el presidente del gobierno, se disuelvan las Cortes y se convoquen elecciones anticipadas, lo pide sin pararse a respirar. Pide la señora Díez que se refunde el Estado sin que le tiemble la voz, y pide el señor Durán y Lérida que se respete a Cataluña, a la que en mi opinión se respeta mucho, a pesar de las cosas que sobre España dice el señor Mas.
Como verán se pide y mucho. Como decía al comienzo, vivimos en un tiempo de peticiones generalizadas cuando estamos en cuaresma, que no es tiempo de pedir sino de hacer penitencia, que no viene mal tras el jolgorio vivido. ABC lo resaltaba, me refiero a lo del tiempo de cuaresma, el miércoles con un espléndido monográfico, titulado «Pasión en Córdoba».
(Publicada en ABC Córdoba el 23 de febrero de 2013 en esta dirección)