Susana Díaz deja entrever que se está cocinando con Podemos un acuerdo para su investidura pese a las bravatas de Pablo Iglesias.
HA terminado la Semana Santa y nos acercamos a la fecha de la constitución del nuevo parlamento de Andalucía y a continuación el debate de investidura, que se presenta complicado. La victoria electoral del PSOE tiene mucho de pírrica, si tenemos presente que Susana Díaz adelantó las elecciones con el objetivo de presidir un gobierno más estable. Se quedó con los mismos diputados que tenía y tiene en el aire no sólo la estabilidad del gobierno, sino su propia investidura.
Con la nueva correlación de fuerzas, Podemos, con sus quince diputados —magra cosecha para quienes esperaban asaltar el cielo—, tiene mucho que decir. En el terreno que ahora pisan ya no valen los planteamientos de pizarra ni las teorías. Ahora ha llegado el momento de tomar decisiones. Si los quince diputados de Podemos votan no a la investidura de la candidata socialista, toda vez que los populares han anunciado que votarán no a la investidura, no bastaría con que Ciudadanos se abstuviera para que Diez fuera investida presidenta.
En caso de que su voto no fuera negativo, estarían permitiendo gobernar a la denostada casta de la que los socialistas forman parte importante. Su única esperanza para seguir lanzando dardos contra esa casta es que Ciudadanos votara sí a la investidura de Díaz, habida cuenta de que el PP, con graves problemas internos a causa del batacazo electoral, parece dispuesto a no ceder un ápice en su decisión de votar no. Es Podemos quien decide si Ciudadanos no está dispuesto a suicidarse antes de empezar la legislatura. Con una negativa de Podemos, todo el pescado estaría vendido y la trianera, como a Susana Díaz le gusta que la llamen —presume mucho de barrio—, no tendría otra opción que disolver el parlamento, que habría quedado inédito, y convocar nuevas elecciones, algo de lo que en el PSOE no quieren ni oír hablar.
Una negativa de Podemos a la investidura sería lo coherente, después de todo lo que han largado a cuenta de la casta. Al hacer inviable la investidura no permitiría a la denostada casta seguir gobernando. Sin embargo, lo que se trasluce es que las cosas puede que no vayan por ahí. Estos días se multiplican las conversaciones, los encuentros, más o menos solapados. La propia Diaz confesaba a un miembro de la ejecutiva federal del PSOE, celebrada hace pocas fechas, que las conversaciones con Podemos marchaban muy bien, aunque aún había mucho que hablar. No sé si lo que decía está en línea con lo que afirman Tsipras y Varoufakis en vísperas de las reuniones con el eurogrupo, que muestran un optimismo que luego no se materializa.
Teresa Rodríguez, que ya se ha desdicho varias veces sobre la postura de los diputados electos de Podemos, guarda silencio desde hace días. No sabemos si es por causa de la Semana Santa o porque que le han mandado callar. También es posible que se esté cocinando un acuerdo. Si lo hay ya tenemos a Podemos cerrando tratos con la casta. Veremos qué pasa a partir del día 16. Lo mismo tenemos a Podemos en el comienzo de un «castizo» recorrido político, pese a las bravatas que lanza Pablo Iglesias. La espera no va a ser muy larga.
(Publicada en ABC Córdoba el 8 de abril de 2015 en esta dirección)