Es la imagen que dio el empresariado cordobés en el acto organizado por la Orquesta de Córdoba para buscar mecenas.
PATÉTICA es la palabra más adecuada, la que mejor define la imagen de Valerio Merino que ABC el ofrecía miércoles pasado sobre el aspecto que presentaba el patio principal del Círculo de la Amistad, con motivo de un acto organizado por la Orquesta de Córdoba. En él se presentaba un proyecto de mecenazgo que permitiera poner en marcha un plan de viabilidad —el acto se amenizaba con la intervención de un dúo de arpa y flauta— para la supervivencia de la orquesta. Estaba dirigido, fundamentalmente, al empresariado cordobés. Los asientos vacíos en casi su totalidad revelan el sombrío panorama en que se desarrolló el acto.
La imagen dejaba retratado al empresariado cordobés y, aunque, como se dice en el caso de las encuestas, sólo es la de una foto fija, válida para un momento concreto, no es menos cierto que resulta reveladora. Para tratar de explicar lo acontecido el pasado martes se esgrimirán argumentos varios. Puede echarse mano a los más frívolos, como el de lo intempestivo de la hora y la fecha como causa del fracaso. El acto era a las 20.30 horas del martes, momento en que estaba a punto de iniciarse el partido de fútbol entre el Real Madrid y el Schalke04 en que se iba a dirimir cuál de ellos lograba su pase a los cuartos de final de la Champions League. Otros pueden tener una mayor consistencia y explicarían la ausencia de los empresarios por los graves problemas por los que pasan muchas empresas cordobesas. Problemas que afectan a su economía, aunque cada vez son más numerosos los datos que apuntan a la existencia de verdaderos explotadores, dedicados a obtener sustanciosas ganancias aprovechando que las aguas bajan revueltas. Son muchos —tengo dudas más que razonables para incluirlos dentro del empresariado, si bien ellos se tienen por tales— los que explotan a los trabajadores con jornadas laborales que van mucho más allá de lo estipulado en los contratos y pagan salarios de miseria. Con unos u otros argumentos, lo que resulta evidente es el desinterés del empresariado cordobés por un aspecto tan importante de la cultura cordobesa cual es la orquesta de la ciudad. Incluso habría que preguntarse si, a la vista de lo ocurrido, realmente existe ese empresariado o todas esas siglas, empezando por la CECO de Luis Carreto, son pura entelequia empresarial y su existencia sólo se explica por las dádivas y subvenciones que recaban de las administraciones públicas.
Los loables esfuerzos realizados desde la delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, no sólo en el plano económico, o la implicación de la Diputación Provincial, aportando fondos a un consorcio del que no forma parte, para salvar a la orquesta, ante la actitud de la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en lo referente a las aportaciones para su mantenimiento, pueden quedar en agua de borrajas. La imagen de marras trae a mi mente las palabras de quien fuera una referencia importante en el empresariado cordobés —admitiendo que ejerció cierto mecenazgo del que otros no quieren saber absolutamente nada—, se jactaba de no haber leído un solo libro en su vida. El martes 10 de marzo el empresariado cordobés quedó retratado en la patética imagen que ofrecía el patio del Círculo de la Amistad.
(Publicada en ABC Córdoba el 14 de marzo de 2015 en esta dirección)