No me refiero, evidentemente, a que algunos dirigentes del PP intenten poner en práctica los esquemas sociales que se desarrollan en la novela de Orwell. «1984» fue concebida por su autor como un alegato contra los regímenes totalitarios, tanto contra al estalinismo como contra al nazismo. Sus personajes están marcados por la falta de libertad, por el control que ejerce sobre ellos un poder omnímodo y por la continua reescritura de la historia. Esto último, reescribir la historia, era el trabajo que realizaba el protagonista, Winston Smith, en el llamado Ministerio de la Verdad. Su función era hacer desaparecer cualquier vestigio de toda noticia que no cuadrase con los planteamientos del momento. Es precisamente a esta última cuestión a la que me refiero cuando aplico el calificativo en cuestión para la subida de impuestos dictada por el gobierno de Mariano Rajoy. A alguno de sus miembros no le vendría mal la situación descrita por Orwell, salvando la enorme distancia que existe entre la España de nuestros días y la Eurasia del Gran Hermano, en lo referente a que las afirmaciones del pasado encajaran con la realidad presente.
Tan cierto como que la España de hoy está en las antípodas de la sociedad orwelliana es que he perdido la cuenta de las veces que Cristóbal Montoro, hoy ministro de Hacienda, sostuvo desde la oposición que subir los impuestos en una situación de crisis es el peor instrumento que podía aplicarse. En ese mismo terreno, el de los impuestos, Mariano Rajoy, hoy presidente del gobierno, afirmó que no los subiría. A uno y otro les gustaría que la sociedad española se volviera amnésica y que una mano invisible hiciera desaparecer algunas de sus afirmaciones del tiempo de la oposición.
Es cierto que el déficit que han heredado es insostenible y que la situación con que se encuentran pavorosa. Pero no lo es menos que Montoro y Rajoy lo sabían, entre otras razones porque desde hace ocho meses gobiernan la mayor parte de las comunidades autónomas. Sin embargo, insistieron machaconamente en lo inadecuado de subir los impuestos. En estos momentos, amén de recordar el paisaje que Orwell nos dejó una de las obras más influyentes del siglo XX, es bueno no olvidar, la frase de Clemenceau: «Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra».
(Publicada en ABC Córdoba el 7 de Enero de 2012 en esta dirección)