Fue en el año 133 a. de C., hace dos mil ciento cincuenta años,  cuando las legiones de Publio Cornelio Escipión Emiliano lograron entrar en la ciudad celtíbera de Numancia. Así terminaba una guerra que había comenzado al prestar auxilio los numantinos a los habitantes de la vecina Segeda que habían reforzado las murallas de su ciudad, lo que fue considerado por Roma como “casus belli”. Fueron dos décadas de continuos enfrentamientos durante las cuales las legiones romanas sufrieron algunas derrotas tan humillantes que Numancia había sido declarada por las autoridades romanas “terror de la República”. Cuando las legiones de Escipión entraron en la ciudad sólo encontraron unas humeantes ruinas  sembradas de cadáveres. Los numantinos la habían incendiado y la inmensa mayoría de sus habitantes habían optado por el suicidio antes de caer en manos de los romanos.

Por las fechas en que Numancia fue ocupada por los romanos, la Celtiberia, territorio al que pertenecía, era una región habitada por diferentes tribus. Entre ellas se contaban las de los arévacos, los pelendones, los lusones o los belos. Numerosos historiadores romanos se refieren a la Celtiberia y sus habitantes, los hicieron Plinio el Viejo, Estrabón o Polibio. Sus límites eran imprecisos, aunque en tiempo de los visigodos se configuró una provincia con ese nombre, cuya capital fue Recópolis. En la actualidad, como en tiempo de los romanos, no tiene unos límites precisos al no constituir una unidad administrativa. Pero por las referencias que tenemos de los mencionados historiadores podemos establecer sus dimensiones. La Celtiberia se extendía por tierras de la actual provincia de Soria, buena parte de las de Teruel y Cuenca, y zonas menores de las de Valencia, Zaragoza, Segovia, Burgos, La Rioja y Valladolid.

Hoy la Celtiberia se muere. Viene despoblándose en medio de la indiferencia de las administraciones. Grandes extensiones de su territorio están ya completamente despobladas y se han convertido en grandes vacíos demográficos. Muchos lugares que en otro tiempo fueron pueblos sólo son hoy ruinas donde no han quedado vecinos y muchos de ellos están en trace de morir porque los habitan muy pocas personas a lo sumo unas cuantas docenas y casi todas ellas de edad avanzada. La población de la vieja Celtiberia en relación con el territorio en que se extiende causa escalofríos. En el corazón de España nos encontramos con una extensa área que tiene una de las densidades de población más bajas del mundo. En Europa sólo es comparable a la de Laponia, en el Círculo Polar Ártico, pero con la diferencia de que la población de la Celtiberia está mucho más envejecida. La mayor parte de las administraciones contemplan esa realidad sin tomar medidas que pongan fin a una situación que es ya una catástrofe. Por eso resultan encomiables los esfuerzos del Ayuntamiento soriano por impulsar iniciativas que tratan de revitalizar una zona tan deprimida. Son dos mil ciento cincuenta años los que han transcurrido desde que Numancia, a pocos kilómetros de Soria, fue protagonista de una gesta histórica. Dos mil ciento cincuenta no es una cifra redonda, pero la han aprovechado para impulsar una serie de eventos y tratar de poner en valor las ruinas que nos hablan del pasado histórico de esa heroica ciudad como polo de atracción. Es un apoyo decidido al turismo cultural en medio de grandes dificultades. Algunos, que lo tienen más fácil, deberían aprender.

(Publicada en ABC Córdoba el 1o de mayo de 2017 en esta dirección)

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