En el siglo XIX se inventaron esa estupidez de que Europa se acababa en los Pirineos. Lo hicieron, probablemente, porque quisieron colonizarnos, como hicieron con una buena parte de África —Argelia, Túnez, Egipto o los territorios de la curva del Níger—, pero tuvieron que irse con el rabo entre las piernas, derrotados en la guerra de la Independencia y pidiendo árnica en la paz de Valençay. Se vengaron de tan humillante derrota robando todo lo que pudieron —Galdós nos dejó una soberbia novela sobre sus fechorías en «El equipaje del rey José»— y lo que fue mucho peor que todos sus robos, destrozos y saqueos: nos devolvieron al felón de Fernando VII.

El pasado domingo, la televisión francesa nos tildaba de prepotentes, orgullosos y violentos, después del repaso que Nadal le dio Tsonga y Verdasco a Gasquet en el Coso de los Califas, donde los apuntillaron, y de lo que estaba ocurriendo en la final del campeonato de Europa de baloncesto en la capital de Lituania, donde cuando jugaron de forma liviana perdieron por treinta puntos y cuando se arriscaron lo hicieron por quince. Sobre eso de violentos habría mucho que hablar, después de que sus pacíficos agricultores la hayan emprendido durante años con nuestros camiones de frutas y verduras, obligándolos a detenerse para destruir su carga, cosa que ahora vuelven a hacer.

No pueden soportar que en los últimos años aparezca en los Campos Elíseos como ganador del Tour un español —Delgado, Indurain, Pereiro, Sastre, Contador—, entonces se vengan, por ejemplo, «equivocándose» de himno. Tampoco soportan que en Roland Garros, Rafael Nadal haya ganado seis de las últimas siete ediciones; siempre que pueden le silban, aunque la verdad sea dicha, Rafa les da pocas oportunidades, entonces se frustran. A empeorar la situación viene a sumarse el hecho de que han de tirar de las viejas hemerotecas para comprobar la fecha en que uno de sus compatriotas resultó vencedor del Tour o ganó Roland Garros. En alusión a esto último pudo verse una pancarta en el Coso de los Califas en la que se preguntaba por el nombre del último jugador francés que ganó dicho torneo de tenis y se daba a elegir entre dos respuestas a cual más prehistórica: a) un cromagnon b) un australopithecus.

No pueden soportar que quedemos por encima de ellos y si eso ocurre por dos veces en un mismo día, cómo ni pueden darle el cambiazo a nuestro himno porque no estamos en los Campos Elíseos, ni pueden devolvernos otra vez a Fernando VII nos tachan de orgullosos, prepotentes y violentos. Eso fue lo que hizo la televisión gala el pasado domingo para desahogarse de lo que había ocurrido en Córdoba por la mañana y en Kaunas por la noche.

(Publicada en el ABC de Córdoba el 21 de Septiembre de 2011 en esta dirección)

 

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