DÍAS atrás, ABC publicaba los datos referidos a los visitantes y pernoctaciones en las ciudades españolas que tienen el título dePatrimonio de la Humanidad. Esos datos dejaban un sabor agridulde. Las otras localidades con ese título resultan todas ellas atractivas para aquellos viajeros que buscan algo más que las playas. Hay nombres como el de Santiago de Compostela, Toledo o Salamanca que no necesitan de mayores explicaciones para saber que tienen elementos particularmente atractivos. El final del Camino de Santiago, meta de miles y miles de peregrinos. Una vieja Universidad que conoció la docencia de grandes maestros. El Greco y las sinagogas…

Córdoba fue la más visitada en el primer semestre del año. Rindieron viaje cerca de medio millón de viajeros que pernoctaron en la ciudad. El siguiente destino en número de visitas con pernoctación -Santiago de Compostela- recibía un tercio menos que Córdoba, que también se situaba a la cabeza en lo que a número de pernoctaciones se refiere, con algo más de 800.000. Tras ella, otra vez, Santiago con 550.000 pernoctaciones y Salamanca con más de medio millón. Pero las cifras daban un vuelco cuando se referían a la estancia media de esos viajeros. Córdoba quedaba muy por detrás de Santiago de Compostela y de Salamanca, también de otras ciudades como Segovia, Cuenca o Cáceres. De ahí el sabor agridulce al que me refería más arriba.

Córdoba tiene un liderazgo indiscutible en cuanto a visitantes que pernoctan. Las cifras son elocuentes: la ciudad, dentro del selecto grupo que son Patrimonio de la Humanidad, con más visitantes y más pernoctaciones. El gran imán es la Mezquita-Catedral que ejerce un atractivo extraordinario, con cifras que se aproximan cada vez más a los dos millones de visitantes. Pero algo no funciona en Córdoba. ¿No se ofrecen adecuadamente sus otros recursos, como Medina Azahara, sus museos, la sinagoga, el Alcázar de los Reyes Cristianos…? ¿No tiene infraestructura suficiente? ¿La infraestructura no es la adecuada para dar respuesta a la demanda? ¿Por qué Sevilla o Granada -la segunda cuenta con la Alhambra- sin estar en ese selecto grupo, tienen muchas más pernoctaciones y una estancia media superior a Córdoba? ¿Es porque tienen mejor oferta hotelera? ¿Se promocionan mejor? ¿Tiene esto que ver con los cierres en fechas claves de muchos atractivos que la ciudad puede ofrecer? ¿Acaso con la falta de competitividad en los precios de los establecimientos?

Lo que los datos revelan, con poco margen para las interpretaciones, es que Córdoba tiene un extraordinario potencial turístico y que ejerce una importante atracción para el visitante, pero que no somos capaces de sacarle todo el partido que se podría. Como ocurre en otros terrenos, también en este tenemos los mimbres pero no confeccionamos el canasto. La cuestión va mucho más allá de olvidarse de las estrellas hoteleras -el delegado municipal de Turismo dice que eso es cosa de siglo pasado- y de los tenedores de los restaurantes -quizá también piense que son cosa del pasado-, de las batallas por la ocupación de las aceras con sillas y veladores, incluso de darle con las puerta en las narices a los visitantes que no comprenden el cierre de monumentos y museos en días señalados. Es cuestión de plantear seriamente que, a falta de otros elementos, el futuro de la ciudad pasa por ahí, aunque haya a quien no le guste.

(Publicada en ABC Córdoba el 12 de agosto de 2016 en esta dirección)

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