Celebradas las elecciones autonómicas en Cataluña pocas cosas están claras, salvo que ganó el PSC, que no es el PSOE. Los catalanes tienen muy claro que el PSC es un partido que tiene cosas en común con el PSOE, pero no es el PSOE. Está federado con él, pero es fuertemente nacionalista, catalanista en este caso y está muy lejos. del internacionalismo socialista. Salvo eso, que el PSC ganó las elecciones y que no es el PSOE, todo lo demás está en el aire. Es posible que haya un nuevo tripartito, el anterior dejó un recuerdo funesto, entre PSC, ERC y los Comunes. Eso siempre que los republicanos accedan a investir a Illa, cosa que está por ver porque existe la posibilidad de que pasen a la oposición desde el primer momento y no invistan al candidato del PSC. En ese caso, Illa tendría que esperar a una segunda vuelta, en que sería elegido presidente con mayoría simple. Le bastarían sus votos y los de los Comunes, siempre que los independentistas no votaran en contra. Si lo hicieran, nos iríamos, posiblemente, a otras elecciones en Cataluña, que serían en octubre.
Podría ocurrir, cosa poco probable dado los odios cainitas entre Puigdemont y Junqueras, que asume el mando de los republicanos tras la dimisión de Aragonés, que se diera un acuerdo entre independentistas, con el fugado de la justicia al mando. No es fácil por el cainismo señalado. Puigdemont se ha librado de la cárcel gracias a que se metió en el maletero de un coche y salió corriendo para instalarse en Waterloo, adonde Sánchez, para contar con sus siete votos para mantenerse en la Moncloa, ha mandado rendirle pleitesía e impulsar amnistiarlo para que regrese a España no para ser encarcelado, sino en loor de multitud, mientras Junqueras purgaba meses de encarcelamiento hasta que Sánchez lo indultó, cambiando de opinión una vez más. Si hubiera acuerdo entre ERC y Junts, Illa no sería investido presidente y, en segunda vuelta, Puigdemont podría serlo con mayoría simple. Mientras, el PP estaría viéndolas venir, después de un resultado espectacular, aunque cierto es que arrancaba desde muy abajo. Pero multiplicar por cinco sus escaños no es poca cosa. Eso supone que algo ha cambiado en Cataluña porque ha conseguido aumentar el doble de los que tenía ciudadanos. Podría suceder, y esto traspasa el ámbito catalán, que, si fuera investido Illa, el enfado de Puigdemont lo llevara a retirar su apoyo a Sánchez en el Congreso de los Diputados y diera al traste con una legislatura que no acaba de despegar. Amenaza con eso. Tendríamos en otoño elecciones no en Cataluña, sino en España porque así lo decidiría Puigdemont, un cadáver político al que sólo faltaba enterrar hace sólo unos meses, que fue resucitado por Sánchez.
Mientras todo esto se baraja, en Córdoba hemos pasado de las Cruces, a los Patios y ya tenemos encima la feria de Nuestra Señora de la Salud, que cerrará el conocido como mayo festivo cordobés. Es que la política cada vez genera más rechazo y gana adeptos el disfrute permanente, que es una de las señas de identidad de esta sociedad hedonista que camina con rumbo incierto, aunque no son pocos quienes piensan que hacia su apocalipsis.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 17 de mayo de 2024 en esta dirección)