Para que proyectos como el Metrotrén salgan hay que aprender a construir sobre las hiladas que otros levantaron.
La grandeza del Imperio Británico, que llegó a su cenit con el bipartidismo de la llamada «era Victoriana» de la mano de políticos como Benjamin Disraeli o William Ewart Gladstone, se cimentó sobre la base de construir sobre lo que había hecho el anterior gobierno. Eso suponía levantar altos muros partiendo de las hiladas que habían colocado los adversarios políticos. Cánovas del Castillo, que era un ferviente admirador del modelo político británico y lo importó a España, sin tener el cuenta que las diferencias entre el luminoso Mediterráneo y las brumas del Mar del Norte son insalvables, consiguió llevar a cabo algunos de los principios en que se asentaba el modelo británico —pese a la lacra del caciquismo político, la corrupción y los desmanes de ciertas oligarquías—, dando estabilidad política, que se tradujo en crecimiento económico. Fue posible porque hubo acuerdos entre el propio Cánovas del Castillo y Sagasta «El viejo pastor» de los liberales.
Viene esta breve reflexión a colación de lo que está ocurriendo en Córdoba, una vez más, con el proyecto de un Metrotrén que permita la conexión ferroviaria de la ciudad de levante a poniente, que discurriría entre Alcolea y el Higuerón y Villarrubia, aprovechando buena parte de las infraestructuras existentes. El Metrotrén, permitiría además la conexión rápida del Centro de Ferias y Congresos —crucemos los dedos para que una ocurrencia no vaya a convertirlo en no sabemos qué— y el corazón de la ciudad. Con demasiada frecuencia comprobamos —no es una impresión, sino una realidad constatada— en Córdoba, como en muchos otros lugares de nuestra geografía, que los proyectos del adversario político tienen como destino el ostracismo inmediato y el olvido más absoluto. Como si las diferencias políticas con el adversario significaran la destrucción de cualquier iniciativa tomada por él, aunque supongan notables perjuicios.
Según desvelaba días pasados ABC, documentalmente, la puesta en marcha del Metrotrén —algunas de cuyas obras están iniciadas como es el caso de los apeaderos de Alcolea, el Higuerón y Villarrubia— por ADIF, sólo estaba pendiente, desde el mes de marzo, de la firma por parte del alcalde. Nieto ha dicho que no lo firmó entonces por elegancia política, dado que estábamos en precampaña para las municipales. Es posible que no lo hiciera porque en sus planes no entraba el relevo en la Alcaldía, que para los populares fue una sorpresa mayúscula. Hace unos días —antes de que ABC aportara la prueba documental— la nueva alcaldesa, se había descolgado con unas declaraciones que venían a decir que lo del Metrotrén era poco menos que una entelequia a la que la faltaban muchos elementos y sólo había documentación dispersa por diferentes departamentos municipales. En esa misma línea, aunque con tintes de campaña electoral, se había referido a la cuestión el diputado socialista en el Congreso Antonio Hurtado señalando que era un «cebo electoral».
Parece —sólo lo parece—, que las aguas no van a salirse de cauce. Esperemos que así sea. El Metrotrén es una infraestructura necesaria para Córdoba con la que se aprovecha lo que ya existe, que no es mala cosa. Además con la situación que presenta Aucorsa, que pasa por un momento ciertamente delicado, vendría a suponer una ayuda al transporte público en la ciudad. Pero para eso hay que aprender a construir sobre las hiladas que otros levantaron, aunque sean del adversario político.
(Publicada en ABC Córdoba el 31 de julio de 2015 en esta dirección)