En la batalla de Trafalgar resulta curioso que la quinta parte de la escuadra estuviera bajo el mando de marinos egabrenses.
HACE unos días, quien será muy pronto Felipe VI y doña Letizia, inauguraban una exposición cuya muestra está repartida entre el Museo Naval y al Arqueológico Nacional. Se denomina «El último viaje de la fragata Mercedes» y en ella se exponen los objetos —entre ellos una importante muestra de las casi seiscientas mil monedas en su mayoría de plata— recuperados por vía judicial a los cazatesoros de Odissey que habían expoliado el pecio de la «Mercedes», hundida en 1804 por los ingleses. Fue un acto de piratería marítima —no había declaración de guerra entre España y Gran Bretaña—, que sorprendió a la flotilla de la que formaba parte dicha fragata. La pequeña escuadra —cuatro buques— estaba bajo el mando de don Diego Alvear y Ponce de León (1749-1830) y se encontraba cerca de Cádiz, a punto de culminar la travesía del Atlántico.
Alvear era cordobés, de Montilla, y forma parte de la nómina de otros marinos ilustres que nacieron en la provincia de Córdoba. Era el caso también de tres egabrenses: don Dionisio Alcalá-Galiano (1760-1805), don José de Vargas y Varáez (1756-1810), y don Antonio José Parejo (1757-1813). Los tres mandaban sendos navíos de línea en la batalla de Trafalgar. Alcalá Galiano el Bahama, de 74 cañones, Vargas y Varáez el San Ildefonso también de 74 cañones y Pareja mandaba el Argonauta, de 80 cañones. Este hecho resulta sumamente curioso porque la escuadra española, a las órdenes de Gravina, la integraban quince navíos de línea y eso significaba que la quinta parte de la escuadra estaba bajo el mando de marinos egabrenses, siendo en el entonces reino de Córdoba, cuyos límites eran sensiblemente iguales a los de la actual provincia, tierra de interior.
Recuerdo que una noche, cenando en Córdoba con un amigo de Santander y comentando esta circunstancia, me indicó que otros tres de los navíos de línea que combatieron en Trafalgar estaban mandados por marinos cántabros. Le dije que era algo menos llamativo porque, al fin y al cabo, Cantabria es tierra marinera a diferencia de Córdoba. A lo que me replicó que estaba de acuerdo, pero lo que quería señalar era que la batalla de Trafalgar la perdimos entre los de Cabra y Santander.
Bromas aparte, dejemos constancia también de que esa nómina de ilustres marinos no sólo debe ser recordaba por participar en importantes combates navales. Prestaron otros servicios porque eran, por lo general gente ilustrada. Alvear, que hablaba varios idioma, nos dejó una deliciosa «Descripción de Buenos Aires» y un libro en el que se recogían sus amplios conocimientos de geografía que fueron muy importantes para delimitar la frontera de las colonias de España y Portugal en la zona de Río de la Plata. Alcalá Galiano, cuyos conocimientos de astronomía eran alabados por sus contemporáneos, participó en la expedición científica al estrecho de Magallanes y formó parte de la expedición de Malaspina. Hizo viajes científicos por la costa americana de Pacífico y descubrió frente a Vancouver la isla que hoy lleva su nombre: isla Galiano. Dejó escrita una «Relación» con sus experiencias científicas y descubrimientos. Murió en Trafalgar y ante su cadáver el capitán inglés que se apoderó de Bahama dijo en su honor: «hombres como este no deberían morir en combate».
(Publicada en ABC Córdoba el 18 de junio de 2014 en esta dirección)