Los 77,5 millones de los Presupuestos Generales para Córdoba hacen que salga mal parada. Sin paliativos.
ES cierto que para dejar atrás la crisis es imprescindible el impulso de la economía privada. Así mismo es cierto que por lo que respecta a Andalucía la política de subvenciones y la actividad a partir de la inversión pública ha sido la norma imperante. Tan imperante que en el terreno de las subvenciones ha habido no pocos casos de creación de empresas que, sin ejercer actividad alguna desaparecían como por arte de birlibirloque. Se creaban sólo para hacerse con las jugosas subvenciones. Sin embargo, también es cierto que en una sociedad como la andaluza en general y la cordobesa en particular las subvenciones públicas y el impulso de las inversiones de las diferentes administraciones han sido un elemento sumamente importante. Pedir ahora que se transite desde esos planteamientos, dada la escasez del maná público, a la iniciativa empresarial pura y dura no resulta fácil. Si a ello añadimos que el dinero no fluye porque el grifo del crédito sigue cerrado, los problemas para hacer realidad tales planteamientos —Montoro como máximo defensor de las escasas inversiones públicas que presentan los Presupuestos Generales del Estado para el 2014 se muestra un devoto defensor de ese tránsito en una cabriola más de las que suele practicar—, resultan evidentes. No se cambia de un día para otro y mucho menos en cuestión de mentalidad.
Particularmente complicada en el terreno de la reactivación económica es la situación en que se encuentra Córdoba, vistos los recursos que los presupuestos han asignado a nuestra provincia. Son escasísimos y a ello se añade el estigma de ser la provincia andaluza donde se llevará a cabo una menor inversión. La inversión estatal se reduce a unos raquíticos 72 millones —más el «descubrimiento» de otros 5,5 para el centro de convenciones—. Esa es la cifra que se invertirá en Córdoba de los 1.697,74 millones de euros presupuestados para inversiones en Andalucía. Esa cantidad, pese a ser en volumen la más elevada de todas las comunidades autónomas, en modo alguno es para echar las campanas al vuelo ya que suponen una cifra adecuada a nuestra extensión territorial y nuestro peso demográfico en el conjunto de España. Pensemos, por ejemplo, que Galicia dos veces y media más pequeña tanto en el aspecto territorial como en el demográfico, tiene asignados 1.399, 47 millones.
Los 77,5 millones destinados a Córdoba son un mal negocio. Sin paliativos. No valen los argumentos de los responsables del Partido Popular acerca de que no habrá que gastar en expropiaciones o que se trata de inversión productiva. Córdoba ha salido mal parada en los Presupuestos generales del Estado para 2014. Muy mal parada. Algo preocupante para una provincia con niveles de paro insoportables, una atonía empresarial crónica y que además ha perdido la capacidad de decisión financiera que en otro tiempo representaba Cajasur y que hoy queda muy lejos. Ciertamente no podemos seguir esperando que las soluciones nos vengan desde fuera, como tampoco podemos seguir pendientes de las ubres públicas —ubérrimas en otro tiempo y hoy prácticamente secas— , pero tenemos derecho a un mejor trato. La inversión en Córdoba supone sólo un 4,56 por ciento del total en Andalucía. Hagan ustedes las cuentas. No mejorarán en el trámite parlamentario porque son habas contadas y en ese proceso, una vez fijado el techo de gasto, para vestir un santo hay que desvestir otro.
(Publicada en ABC Córdoba el 5 de octubre de 2013 en esta dirección)