Ambos contrajeron matrimonio en secreto y crearon tal escándalo que hasta tuvo que intervernir el monarca.
EN el siglo XVII se vivió una hermosa y a la vez triste historia de amor que tuvo como protagonistas al conde de Cabra, don Francisco Fernández de Córdoba y Folch de Cardona y a una viuda, a quien voz popular bautizó como «la viudita». Fue una historia de amor que las estructuras sociales de la época hicieron inviable, pero que quedó en la memoria popular. Ocurrió en tierras cordobesas.
La historia de este amor, que dio lugar al nacimiento de una canción, puede seguirse a través de una fuente literaria con que contamos para acercarnos a aspectos de la vida cotidiana en la España del siglo XVII. Me refiero a los llamados «Avisos» que nos dejo el granadino Jerónimo de Barrionuevo y Peralta. Esos «avisos», publicados por José María Díez Borque con el título de «Avisos del Madrid de los Austrias», son una especie de crónica periodística de la época. Barrionuevo los enviaba periódicamente —casi todas las semanas— al deán de la catedral de Zaragoza para mantenerlo informado de los que ocurría en aquel Madrid, capital de la monarquía hispánica que gobernaba Felipe IV. Abarcan los años que van 1654 a 1658 y en ellos el autor daba cuenta de los acontecimientos políticos o económicos, de la celebración de fiestas populares, de los asesinatos y otra clase de delitos que se cometían en Madrid; recogía aspectos interesantísimos de las costumbres de la época, así como de otros sucesos que llamaban su atención y eran la «comidilla» diaria de quienes necesitan tal clase de sustento.
Por lo que respecta a nuestra historia Barrionuevo nos dice que el conde, que había quedado viudo de su primer matrimonio con una hermana del marqués de Priego, se había enamorado perdidamente de una viuda natural de la localidad de Castro del Río. La relación entre el conde y la viuda acabó en boda, aunque celebrada secretamente al no contar con el beneplácito de los Fernández de Córdoba, que la consideraban socialmente desigual. El matrimonio provocó tal escándalo que hasta el monarca intervino en el asunto, según cuenta Barrionuevo en su entrada del 28 de febrero de 1657. Lo reflejó así: «Su Majestad, se dice, ha enviado a prender al Conde Cabra, hijo del de Sesa, por haberse casado con su amiga, que la tenía en un convento en Lucena, viuda, con dos hijos de su marido, cosa que por acá se habla muy mal». Una semana más tarde daba pelos y señales de lo apuntado en su anterior aviso y afirmaba que «Doña Mencía de Avalos y Merino se llama la mujer con que se ha casado el Conde de Cabra en Lucena. Es vasalla suya, aunque hija de algo. Han ido a prenderle D. Juan Golfín, Oidor de Granada y D. Francisco de Cabra, Alcalde de aquella Audiencia, y a llevarle a León al Convento de San Marcos, y a ella a un monasterio de monjas de Alcaudete».
En aquella España, configurada sobre la base de una sociedad estamental, un matrimonio que no respondiera a la condición social de los contrayentes suponía un atentado al orden social imperante.
(continuará)
(Publicada En ABC Córdoba el 12 de noviembre de 2014 en esta dirección)