Hay una España invisible. Una España que no aparece en los medios de comunicación. No diremos que no existe, pese a que hay quien sostiene que lo que no está en los medios de comunicación no existe, pero eso, dicho así, es una falacia. Lo que resulta evidente es que, al menos entre lo que se suele denominar como grandes medios nacionales de comunicación, se ignora su existencia. Teruel, cuyos vecinos acuñaron el consabido “Teruel existe”, apenas es objeto de atención por parte de esos medios. Como tampoco lo es Soria, Lugo, Jaén, Palencia o Almería… Badajoz, Cuenca, Guadalajara, Cáceres o Cuidad Real La lista sería muy larga porque la mayor parte del territorio nacional y quienes viven en él forman parta de esa España invisible. Esa España que sólo asoma a las noticias de los telediarios o a las páginas de los periódicos nacionales en circunstancias muy concretas. Puede que… si la suerte los acompaña, sean noticia el 22 de diciembre con motivo del sorteo de la Lotería de Navidad. La lotería suele ser díscola y tiene esas cosas. Puede ocurrir que en momentos de meteorología extrema, y dado el creciente interés de la sociedad por dicha materia y que también la meteorología suele ser díscola, Teruel o Soria sean noticia por el grueso espesor de la capa de nieve que cubre sus calles o lo sea Córdoba porque los termómetros en la canícula estival se sitúen en los 45 grados centígrados. Pero serán menos noticia que si cae una nevada en Madrid, aunque apenas cuaje en el suelo o que en Barcelona se alcancen los… pongamos por caso, 35 grados que algo que para los de Córdoba está “chupado”. También esa España invisible suele ser noticia cuando se producen actos que entran en la llamada crónica negra.
Si el crucero más grande del mundo atraca en el puerto de Barcelona, los noticieros televisivos le dedicarán varios minutos, señalando sus características, el número de pasajeros y el monto del dineral que van a gastarse cuando desembarquen. Ello dará pie para reportajes sobre el turismo de cruceros y su creciente importancia. Si dicho crucero atraca en el puerto de Málaga -ha ocurrido- no merecerá comentario alguno.
Otro tanto ocurre con el fútbol donde la noticia está en torno al Real Madrid y el C.F. Barcelona. Estas dos empresas copan un elevado porcentaje de noticias deportivas, incluido lo que cobra Messi, la ropa que viste, donde pasa sus vacaciones, si le duele una muela o si tiene un tatuaje. Otro tanto ocurre con Ronaldo, a quien más allá de sus méritos deportivos -como los de Messi-, interesa por las atenciones que presta a su hijo o sus relaciones sentimentales. El fútbol -cosas de nuestro tiempo- es capaz, sin embargo, de sacar de esa España invisible algunas localidades, como ocurrió con Almendralejo hace algunos años, o como actualmente ocurre con Eibar y no digamos ya con Villarrreal. El fútbol las ha puesto en el mapa gracias estancia más o menos prolongada o a su paso fugaz por la Primera división del fútbol. Pero son excepciones, como las de la meteorología, la lotería o la crónica negra. Hay una España invisible que, naturalmente, existe, pero que pasa sin pena ni gloria en el mundo de los medios para los que fuera de Madrid y Barcelona -amplíese al conjunto de Cataluña en el territorio de la política- y en menor medida el País Vasco sólo ocurre algo cuando es excepcional. Esa es la España invisible.
(Publicada en ABC Córdoba el 22 de julio de 2015 en esta dirección)