Se ha realizado un notable esfuerzo presupuestario para convertir en peatonales, es decir reservadas a los peatones —por lo general en medio de fuertes polémicas—, una parte importante del casco urbano de Córdoba. Sin embargo, los peatones se encuentran con que son muchos los lugares donde han de sortear toda clase de obstáculos para caminar. Es cierto que vivimos en el ámbito mediterráneo donde el ágora es un elemento de la vida de sus gentes. Las calles y plazas son lugares de encuentro, pero no lo es menos que las terrazas de los establecimientos han invadido ese espacio ciudadano que quedó libre de la circulación de vehículos. En definitiva, la peatonalización ha sido en beneficio de las terrazas. Hay zonas que se han convertido para el peatón en una verdadera carrera de obstáculos por donde transitar resulta complicadísimo. Espacios para circular por una «calle peatonal» más reducidos que una estrecha acera donde es una necesidad pedir disculpas para pasar y sólo lograrlo después de no pocos vericuetos.

La calle, en algunas zonas de Córdoba, es el dominio de las terrazas. La prohibición de fumar en el interior de los establecimientos ha supuesto un factor añadido más para algo que supone —controlado o no por la autoridad competente— un abuso en toda regla. Si esa invasión de los espacios públicos por intereses crematísticos privados, todo lo legítimos que se quiera, pero privados, se produce en las horas que han de dedicarse al descanso nocturno, nos encontramos con estampas como la que ofrece el arranque de la avenida del Brillante con unos vecinos abocados a la protesta. Impotentes, han colgado de sus balcones —todo un bloque para componer una llamada desesperada— una protesta colectiva porque les resulta, con la invasión nocturna de la calle, imposible conciliar el sueño.

Es loable la iniciativa municipal, pero tiene que conciliar derechos encontrados y eso no resulta fácil. Si el Ayuntamiento no pierde de vista que unos derechos, como el de caminar sin problemas por una calle peatonal, son públicos y hasta elementales, frente a quienes, en muchos casos a cuenta del euro, duplicaron alegremente el precio de cañas, cafés y copas, y que quienes tienen como objetivo divertirse no pueden hacerlo a costa del descanso ajeno, estará en el camino correcto. Pero…eso es la cuadratura del círculo. No me refiero a transitar por el camino correcto o poder dormir, sino a conciliar el derecho de unos con el de otros.

(Publicada en ABC Córdoba el 12 de junio de 2013 en esta dirección)

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