Las ciudades, cambian, se transforman y esa circunstancia es mucho mas evidente en la aquellas que están cargadas de historia, como es el caso de Córdoba. Cambia hasta el nivel de asentamiento de la trama urbana. La Colonia Patricia de los romanos estaba unos metros por debajo de la Córdoba actual. Los restos de aquella época están en el subsuelo de la ciudad que hoy conocemos, salvo referencias muy concretas, aunque importantes, como es el puente sobre el Guadalquivir -muy remodelado con el paso de los siglos por las crecidas del río que causaron destrozos o por ciertos caprichos arquitectónicos-. Nos quedan vestigios, muy escasos, de la Córdoba emiral gobernada por los omeyas, tiempo en que se alzaron docenas de mezquitas y otros edificios públicos. Uno de ellos, el más conocido y está declarado BIC, es el alminar convertido hoy en torre de la Iglesia de San Juan de los Caballeros. Por lo que respecta a la Córdoba califal nos ha quedado mucho más que vestigios. Solo la que fuera mezquita aljama, catedral cristiana desde 1236, o los restos que nos quedan de la ciudad palatina de Medina Azahara son muestras de gran importancia para mantener la presencia ese pasado. Pero el paso del tiempo suele causar efectos tan demoledores que de aquel tiempo sólo contamos con hipótesis sobre el emplazamiento de la ciudad de Almanzor, de Medina Alzahira.
El transcurrir de los años no sólo se ceba sobre edificios de relevancia y que son como emblemas del pasado. También ocurre con edificaciones menos importantes, mucho más modestas, pero que fueron lugares de referencia en otro tiempo, como lo fueron determinadas tiendas de ultramarinos que desaparecieron por falta de lo que hoy se denomina relevo generacional o víctimas de la irrupción a mediados del siglo pasado de los supermercados que hoy dominan el negocio. También han desaparecido sombrererías que tuvieron mucho empaque porque los sombreros de ala ancha, conocidos como cordobeses, dejaron de usarse, como, igualmente, ocurrió con las populares mascotas, denominación andaluza de los sombreros flexibles, que eran signo de distinción hasta el punto de que un avispado vendedor -aclaro que no era de Córdoba- hacía propaganda de ellos en la postguerra, colocando, en el escaparate donde los exponía, un cartel donde se decía: «Los rojos no usaban sombrero». Han desaparecido edificios un tanto singulares que eran referencia de todo un barrio como ciertas tabernas. Entre ellas algunas Sociedades de Plateros y la que ha cerrado estos días sus puertas, conocida como Casa Millán, aunque sólo se traslada del lugar donde fuera fundada hace poco menos de un siglo, con la característica de que el inmueble donde hasta ahora ha estado tiene cinco puertas. Tal singularidad hizo que el inmueble quedara bautizado como la Casa de las Cinco Puertas. Allí van a construirse nuevas viviendas esperemos que las innovaciones arquitectónicas que, con muchos aciertos, pero que tan desafortunadas han sido en ocasiones a la hora de alterar ciertos elementos de otro tiempo, no acaben con la esencia del inmueble que permitió bautizarlo con ese peculiar nombre.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 29 de septiembre de 2023 en esta dirección)