Es digna de encomio la perseverancia del primer teniente de alcalde, Pedro García en lo que se refiere a la ocupación de la vía pública por veladores y asientos. Son muchos los establecimientos que han considerado que, por el canon de un pago, la calle de suya. La situación es verdaderamente abusiva en determinadas partes de Córdoba, alguna de ellas muy cercana a ese centro neurálgico que es la Plaza de las Tendillas, como es el caso de la conocida popularmente como calle de Plata y rotulada en el callejero municipal como Victoriano Ribera. Habrá quien diga que la invasión del espacio público es muy antigua en el tiempo -hay documentos fotográficos que así lo acreditan-, pero lo cierto es que circular por ella se ha convertido en una verdadera prueba de obstáculos. El teniente de alcalde parece dispuesto a “sostenella”, a todo trance. Su actuaciones, que algunos con cierta malicia han denominado como “cruzada antivelatorial” después de que a principios de verano una incursión de los correspondientes servicios municipales dejara la Ribera sin ochenta bases de sombrillas, quince veladores y doble número de macetones, no cejan. Incluso se permite ironizar, como hacía días atrás en una emisora local, sobre la independencia de un colectivo de hosteleros que le recrimina su actuación. Su empeño, sin duda, afecta a la actividad turística -también el consumo- que se ha convertido en uno de los pilares de la economía cordobesa. Pero no tanto como suelen clamar los interesados en mantener intransitables determinados puntos de la ciudad para su propio beneficio. Es necesario llegar a un acuerdo para no dañar legítimos intereses, pero ese acuerdo -como en el caso de Puigdemont cuando pide diálogo para proclamar la independencia de Cataluña- no puede vulnerar la normativa ni el derecho de la libre circulación de los ciudadanos por los espacios públicos. Es una gran batalla, pero las consecuencias, dada la importancia de la hostelería, como uno de los puntales del sostén turístico, pueden resultar perniciosas.
Parecida tenacidad muestra el señor García en lo que se refiere al cierre de la cementara Cosmos, parece haberla convertido en cuestión de gabinete. Las consecuencias de su cierre pueden ser devastadoras para una ciudad como Córdoba caracterizada por la debilidad de su tejido industrial. Las condiciones del traslado de la cementera al solar que se ha ofrecido a la empresa apuntan a que van a hacer inviable su continuidad. El derrotero que ha tomado la existencia de la cementera es el de un camino que puede suponer la pérdida de un importante número de puestos de trabajo en una ciudad, cuyas elevadas tasas de desempleo son de todos conocidas. El gran argumento es la defensa del medio ambiente. Hermosa batalla si no se derivasen de ella consecuencias tan funestas.
Echamos de menos una perseverancia similar en otros aspectos de su amplia cartera de responsabilidades municipales. Se trata de asuntos donde sacarlos adelante no entraría en colisión con otros intereses ciudadanos. La perseverancia en este caso no generaría conflictos, más bien al contrario. Gozarían del aplauso general. Ocurre, por ejemplo, con el lamentable desarrollo del Plan Turístico de Córdoba. Acumula serios retrasos, en algunos casos inexplicables estando su gestión en manos de quien tanta diligencia pone en sacar adelante otros asuntos que afectan a la ciudad. Retrasos que pueden llevar a considerables pérdidas en lo que se refiere a recursos municipales.
(Publicada en ABC Córdoba el 25 de octubre de 2017 en esta dirección)