Imaginemos un nuevo Belén, adaptado a los agitados tiempos que nos ha tocado vivir. En ese Belén actualizado los pastores, que siempre aparecieron asombrados ante el anuncio del ángel o marchando hacía el portal para adorar al Niño, deberían estar manifestándose para seguir estela de tantos y tantos colectivos -inactivos durante años y tan activos ahora- y no quedar al margen de los llamados movimientos sociales. Podrían protestar porque los terneros no tienen mercado, porque el precio de la carne está por los suelos o porque el gobierno ha retirado las subvenciones a las piernas de cordero. Tendríamos a los Reyes Magos conturbados ante la nueva perspectiva de su viaje, siguiendo a una supernova en lugar de a la tradicional estrella del rabo. Melchor, Gaspar y Baltasar, que siempre vinieron de Oriente, lo harían ahora desde Occidente, desde las tierras del mítico reino de Tartesos -más o menos desde la Huelva, la Cádiz o la Sevilla de nuestros días-, marchando hacia Belén. Justo a la inversa del camino que siempre recorrieron. Otra modificación, ligada al cambio de itinerario, sería la jubilación del camello que montaba una de sus majestades o quizá de los tres, caso de que todas las cabalgaduras fueran camellos, como se recoge en alguna iconografía popularizada por los artesanos que a lo largo del tiempo han confeccionados las figuras del Belén. Lo digo porque en Andalucía nunca hubo camellos… bueno eso también es mucho decir.
Modificación notoria sería la protagonizada por la mula y el buey. La una y el otro andan confundidos -nada se les puede, reprochar en este es tiempo nuestro tan propicio a toda clase de alborotos-, porque Su Santidad los ha sacado del portal donde tradicionalmente eran piezas principales para configurar tan entrañable estampa navideña -aunque alguna modernilla salga ahora diciendo que ella llevaba años sin colocar en el portal a la mula y al buey-. Como han sido puestos de patitas en la calle, convirtiéndolos en unos desahuciados, podríamos situarlos tras una pancarta en la que se leería, por ejemplo, «Stop a los desahucios».
En fin, que también se ha armado en el belén.
Estimados lectores, más allá de estas «reflexiones», que sólo pretenden poner un grano de humor a un año que, como dicen los castizos, el Señor nos lo tenga en cuenta a la hora de juzgarnos, quiero desearles, además de unos días entrañables, una entrada venturosa en el nuevo año y que 2013 nos traiga, aunque sólo sea a modo de resplandor, la luz que de alas e impulso a ese tiempo que tanto anhelamos. ¡Feliz año desde este incomparable mirador de Simblia!
(Publicada en ABC Córdoba el 29 de diciembre de 2012 en esta dirección)