Apunto esta breve reflexión porque de un tiempo a esta parte, desde hace algunos meses, el runruneo acerca del rescate de la economía española, que todos daban como seguro hará cosa de un año, ha desaparecido. Ahora son otras angustias y otros problemas los que a diario se nos ofrecen desde los medios de comunicación porque son las malas noticias, cuanto más malas mejor, las que despiertan el interés del público. Estos días amanecemos, vivimos y nos acostamos con el rescate de Chipre. ¿Se imaginan si hubiéramos tenido que pedirlo? Me refiero a algo de mucha más entidad que los cuarenta mil millones de euros que ha necesitado la banca, a los que se ha referido Gaspar Llamazares, indicando que el de Chipre ha sido cuatro veces menor que el de la banca española, sin hacer mención a que nuestra economía es cincuenta veces mayor que la de Chipre. ¿Se imaginan si el rescate se hubiera materializado y la llamada troika tomado medidas similares a las de Grecia, Portugal, Irlanda o las que ofrece a Chipre? ¿Se imaginan lo que hubiera dicho Gaspar Llamazares? Unos de los pocos que sigue erre que erre, junto a su correligionario Cayo Lara en esto del rescate.
Hoy, con fuertes recortes en aspectos sensibles del llamado estado del bienestar, España ha evitado, al menos hasta el momento, pedir que nos rescaten como país. Pero en este ambiente de zozobra donde lo demoledor, lo desalentador, lo desilusionante y lo negativo tienen potentes altavoces, no damos la menor importancia -al menos así se refleja los medios de comunicación- al hecho de haberlo evitado, siendo el mayor de los problemas que teníamos en puertas hace un año. Si días atrás rompía una lanza por los ayuntamientos que, con esfuerzo y rigor presupuestario, están situando sus cifras de déficit en parámetros adecuados, no me resisto a romperla hoy en favor de quien ha hecho posible que esa tormenta se haya alejado lo suficiente como para que los agoreros no lo tengan en cuenta y haya pasado a un segundo plano.
Un rescate organizado según los principios de la troika, que ya impone determinadas acciones a los gobiernos nacionales de la Unión Europea, habría dejado en poco más que en unos juegos florales las medidas de ajuste implementadas por el gobierno español. En ese supuesto, el rescate y sus efectos sería cotidiano alimento de tertulianos, portada de periódicos, noticia de alcance en los informativos de televisión… Como no se ha producido, ¿quién habla hoy de rescate en España?
(Publicada en ABC Córdoba el 23 de marzo de 2013 en esta dirección)