Hasta hace poco tiempo en las bolsas de valores los precios de las acciones oscilaban décimas, cuando se llegaba a un punto se hablaba de fuertes subidas… o bajadas y si las modificaciones eran cercanas al dos por ciento se aludía a fuertes sacudidas bursátiles. Hoy subidas o bajadas inferiores al uno por ciento lleva a hablar de que la Bolsa ofrece ese día un perfil plano, una variación de un uno por ciento parece poca cosa. Para nada se considera que con esas oscilaciones diarias, calificadas como irrelevantes, nos encontraríamos con cifras apabullantes al cabo del año. Otra desmesura.
La misma que se ha apoderado del vocabulario —las exageraciones no forman parte del tópico que nos han endilgado, como tantos otros, a los andaluces y de los que los políticos catalanes tiran con frecuencia del muestrario— y cada día se necesitan expresiones fuertes para llamar la atención. No interesa la noticia, sino la exageración del titular. Pura desmesura.
Hay desmesura, y mucha, en el dinero que se llevan los directivos de las cajas de ahorros al marcharse, en ocasiones dejando la entidad al borde del abismo. Puede ser legal, pero la legalidad es también una desmesura, como lo han sido las hipotecas que han puesto en cuestión cientos de miles de economías familiares y en buena medida nos ha conducido la crisis que nos sacude. Hay desmesura en el disfrute de los placeres de la vida, como si se tratara de realidades tan fugaces que es necesario atrapar para no perderlas. Quizá todos necesitemos algo de mesura que hoy es palabra arrinconada por todos.
(Publicada en ABC Córdoba el 19 de Octubre de 2011 en esta dirección)