Hace dos siglos y medio, el 10 de febrero de 1767 nacía en Sevilla Luis Daoiz y Torres. Uno de los héroes –habrá a quien le parezca que no merece tal calificativo, caso de la alcaldesa de Barcelona, por ejemplo- del 2 de mayo de 1808, cuando los madrileños iniciaron una revuelta contra la presencia de tropas francesas en España, bajo el camuflaje de aliados, según el tratado de Fontainebleau, que se había firmado el otoño del año anterior. Fue una situación extraordinaria la que aquel día se vivió en Madrid, dadas las órdenes impartidas la víspera de aquella histórica fecha por el máximo responsable de la guarnición de Madrid, el general Francisco Javier Negrete. Esa orden señalaba que las tropas bajo su mando, permanecerían acuarteladas en cualquier situación y circunstancia. La orden era consecuencia de los rumores que habían circulado los días anteriores y de manera muy especial el domingo 1 de mayo entre quienes en Madrid celebraban la tradicional romería de Santiago el Verde, conocida popularmente como romería del Sotillo. Aludían a la existencia de una trama cuyo objetivo era provocar una insurrección contra los franceses.
El levantamiento tuvo lugar en la mañana del 2 de mayo, produciendose los primeros enfrentamientos en los alrededores del Palacio Real. De allí se extendieron a otras zonas de Madrid. La situación tenía mucho de esperpento, porque un esperpento era la realidad que se vivía en el país con los franceses invadiéndolo ante la pasividad de unas autoridades que, negando la evidencia, se aferraban a la idea de que las tropas napoleónicas estaban en España en condición de aliados y con el objetivo de apoderarse de Portugal.
En esas circunstancias -los madrileños, enfrentándose con lo que tienen a mano a las tropas imperiales que están bajo las órdenes del mariscal Murat-, las unidades españolas que constituyen la guarnición de Madrid permanecen acuarteladas en cumplimiento de las órdenes recibidas. El capitán de artillería Luis Daoiz, con una impecable hoja de servicios, está destinado en el Parque de Artillería de Monteleón y decide desobedecer las órdenes, al ver a los madrileños enfrentarse a las unidades militares francesas. También lo hace otro capitán de artillería, un santanderino llamado Pedro Velarde, a los que se unirá el teniente de infantería Jacinto Ruiz. Sacaron algunos cañones a la calle, entregaron las armas que pudieron a los madrileños y defendieron durante horas el parque de artillería. Se convirtieron en los héroes militares del 2 de mayo. Daoiz y sus compañeros lo fueron por actuar de la forma que consideraron más honorable y que en este caso significaba desobedecer las órdenes impartidas por su superior. Daoiz murió a la puerta de Monteleón luchando con los franceses. Horas después falleció Velarde a consecuencia de las heridas recibidas y Ruiz, herido también, murió en marzo de 1809 luchando en Extremadura contra los invasores.
Hoy, cuando se cumplen doscientos cincuenta años del nacimiento de Luis Daoiz, habrá quienes consideren políticamente incorrecto recordarlo porque se trata de un militar. Lo hizo una responsable de la consejería de Cultura de la Junta de Andalucía hace dos años… con motivo del quinto centenario del nacimiento de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Mi opinión es que es de justicia recordar a quienes lucharon por defender algo de lo que hoy formamos parte.
(Publicada en ABC Córdoba el 11 de febrero de 2016 en esta dirección)