A diferencia de hace 200 años no son bombas las que hablan entre españoles y franceses, incluso una gadita es alcaldesa parisina.

EL varapalo sufrido por los socialistas franceses en las recientes elecciones municipales, dejando algo más que en entredicho las expectativas despertadas entre el socialismo español el llegar François Hollande al Eliseo, ha tenido una excepción. París ha sido la única alegría en medio de la debacle electoral. Los socialistas no sólo han perdido numerosas alcaldías, también importantes feudos electorales que mantenían desde hacía muchas décadas. París, por primera vez en su historia, tendrá una alcaldesa. Se llama Anne Hidalgo. Es una gaditana, natural de San Fernando que emigró junto a sus padres. ¿Quién iba a decírselo a ella o a sus padres cuando hicieron las maletas para ganarse la vida lejos de la tierra que les había visto nacer?

Me decía un amigo mío, afincado en Cádiz que, ciertamente, la venganza es un plato que se sirve frío, refiriéndose a que al cabo de doscientos años una mujer de la Isla de León, donde otras mujeres se reían alegres de los mostachos y de los morriones de los gabachos —añado yo que las gaditanas de entonces se hacían tirabuzones con las bombas que tiraban los fanfarrones—, ha conquistado París. En la capital de la Francia de la V República vivirán muchos descendientes de los soldados napoleónicos que trataron, sin conseguirlo, de apoderarse de Cádiz. ¿Podrían haber siquiera imaginado que alguien natural de allí, con la ciudad asediada por los franceses, llegar a convertirse en alcaldesa de la principal ciudad de Francia?

No sé si venganza, como decía mi amigo, es el término más ajustado al hecho de que una «cañaílla» de nacimiento haya conquistado el París de nuestros días. Pero, desde luego, es algo más que llamativo el que doscientos años después del asedio a la ciudad donde estaban reunidas las Cortes que redactaron nuestra primera Constitución, una andaluza de nacimiento se haya convertido en alcaldesa de la capital de Francia.

Un hecho como este debe de invitarnos a reflexionar a quienes vivimos en un mundo como el nuestro que vemos lleno de dificultades, de problemas, de falta de entendimiento y de muchos otros inconvenientes. El paso del tiempo ha hecho que algunas cosas hayan cambiado de manera sustancial. Como por ejemplo el que personas nacidas fuera del territorio perteneciente a un Estado, habiendo adquirido la nacionalidad de dicho Estado, puedan convertirse en representantes públicos de primerísima importancia. Que puedan alcanzar una alta magistratura de gobierno —en Francia a diferencia de lo que ocurre en España son pocos los cargos políticos de relevancia que son ocupados por alguien que no ha sido antes alcalde— es verdaderamente alentador. Hoy, a diferencia de lo que ocurría hace doscientos años, no son las bombas las que hablan entre españoles y franceses, incluso hasta una gaditana puede ser alcaldesa de París, aupada por las urnas. ¿Qué puede, por ejemplo, depararnos el futuro cuando vemos a los llamados sin papeles pugnando por entrar en una tierra que para ellos es la tierra prometida?

Ha ocurrido en París la misma ciudad desde donde se daban instrucciones para apretar el asedio de la ciudad en la que doscientos años más tarde nacería quien va a ser su alcaldesa los próximos años.

(Publicada en ABC Córdoba el 2 de abril de 2014 en esta dirección)

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