¿Es un golfo quien cobra un salario por su trabajo y al no cumplir se le exige la devolución del dinero cobrado?
EL sábado se celebraba en Córdoba, concretamente en la plaza de la Corredera, el primer gran mitin público de Podemos en la ciudad. Uno de los intervinientes, junto a la candidata a la presidencia de Andalucía, Teresa Rodríguez y al número uno por Córdoba, David Moscoso, era Íñigo Errejón. El mitin no presentó grandes novedades, respecto a lo que suelen ofrecen estos actos electorales de campaña. Ataque a los contrincantes, particularmente al PSOE —probablemente el terreno electoral que Podemos puede comerle ya a Izquierda Unida no es importante— y críticas a la situación en que se encuentra Andalucía. En este último aspecto centraron sus discursos, más que en las graves deficiencias que mantienen a esta tierra a la cola de las principales magnitudes económicas, a lanzar sus dardos contra la corrupción —Errejón calificó a quienes hoy ocupan las instituciones públicas de mafia—, probablemente también para conectar con la extendida desconfianza de los españoles en los políticos, los que ellos llaman «la casta». Hasta ahí todo forma parte de la parafernalia que es propia a las campañas electorales. Sin embargo, hubo una frase que me llamó la atención en el discurso de quien sigue siendo, al menos por ahora, el secretario de política del Consejo Estatal de Podemos, quien según todos los indicios apunta maneras que lo asimilan a los que él denomina casta. En concreto la frase de Íñigo Errejón fue: «la política es para gente como nosotros y no para los golfos».
Errejón utilizaba la primera persona del plural. Es decir, se autoincluía en los que tienen derecho a ejercer la política, un ejercicio que niega a los golfos. No hago ningún reproche a lo de alejar de la política a los golfos. Pero llegados a este punto habría que preguntarse qué entiende Errejón por golfos.
¿Es un golfo o no lo es quien accede a una puesto en una universidad pública, pongamos por caso la Universidad de Málaga, sin que haya un concurso público? ¿Es un golfo quien admite que se cree un perfil que encaja con el recorrido académico que uno lleva realizado hasta ese momento para que se cree una beca de 1.800 euros mensuales? ¿Es un golfo quien cobra un sueldo a fin de mes, pongamos por ejemplo de 1.800 euros, y no aparece por el trabajo? ¿Es un golfo quien cobra por su trabajo, pongamos por caso contar viviendas vacías en una ciudad como Málaga, y pasa la mayor parte de los días de su jornada laboral en Madrid? ¿Es un golfo a quien se le abre un expediente al existir, más que indicios evidencias, de un claro incumplimiento de las obligaciones contractuales? ¿Es un golfo quien cobra un salario por su trabajo y al no cumplir se le exige la devolución del dinero cobrado? ¿Es un golfo alguien a quien, por ejemplo, el servicio de inspección de la Universidad de Málaga en un informe solicita que se le inhabilite para firmar nuevos contratos con dicha universidad?
Íñigo Errejón podría responder a estas y otras preguntas para definir qué es para él un golfo y, tal vez, preguntase si debería dedicarse a la política porque, según sus propias palabras, la política no es para los golfos.
(Publicada en ABC Córdoba el 11 de marzo de 2015 en esta dirección)