Se atribuye a Alfonso Guerra, que hoy hace afirmaciones de hombre de Estado, aunque sigue votando a Sánchez según su propia confesión, una frase que muchos recordarán porque hizo fortuna: «El que se mueve, no sale en la foto». Era una forma, si se quiere un tanto poética, de decir que aquellos que manifestaban alguna discordancia con las decisiones de los mandamases del PSOE de aquella época, no tenían mucho futuro como militante No salir en la foto no quería decir exactamente que sería botado del partido, pero dejaba claro que las prebendas políticas de las que el partido disponía, entonces eran muchas, quedaban fuera de su alcance.
Las declaraciones de Guerra, como las de muchos otros dirigentes del PSOE rechazando la posibilidad de que se apruebe una ley de amnistía a los golpistas catalanes, condenados por la justicia y luego indultados por Sánchez, han levantado ampollas en el sanchismo. A Montero, María Jesús, le faltó tiempo para, mofándose de la frase de la foto atribuida a Guerra, afirmó con el desparpajo que la caracteriza que, en el PSOE de hoy, el de Sánchez, quien se mueve, sale en la foto. Ignoro si Montero ya tenía noticia de que en Ferraz se había decidido expulsar a Nicolás Redondo Terreros por su «reiterado menosprecio al partido». Si la tenía, malo porque nos estaba tomando el pelo. Si no la tenía, malo también porque ha quedado fatal.
A Felipe González, que también vota al PSOE, aunque afirma que le cuesta trabajo, como a Juan Alberto Belloch, que considera a Sánchez el peor presidente de la democracia, pero lo vota, le ha faltado tiempo para lanzar una andanada con mucha carga. Ha afirmado que a él no se le pasó por la cabeza expulsar a Nicolás Redondo Urbieta, padre de Nicolás Redondo Terreros, cuando siendo presidente le organizó una huelga general que paralizó el país.
Lo de expulsar a Redondo Terreros por su «menosprecio al partido» tiene como causa pronunciarse en contra una ley de amnistía que era lo mismo que decía Pedro Sánchez y todos los miembros de la parte socialista de su gobierno hace solamente dos meses y que ahora consideran progresista explorar en esa dirección. Sánchez, que no ha abierto la boca desde hace tiempo -ha estado dos semanas con Covid- ha debido cambiar de opinión a tenor de lo que dice, por ejemplo, Bolaños. Pero no se fíen, ni siquiera, de que haya tenido un Covid tan prolongado. Quizá le interesa dejar que el asunto de la amnistía se cueza para aparecer luego negándolo porque un hombre de Estado como él no puede permitir tales cuestiones y, ante la imposibilidad de poder ser investido, convoque nuevas elecciones. Sánchez se revestiría de lo que no es, esperando obtener los réditos electorales que tal cosa pueda proporcionarle a primeros del próximo año cuando tocaría abrir de nuevo las urnas. No hagan mucho caso a estas últimas líneas, aunque he de confesarles que de un personaje como el presidente del Gobierno en funciones pueden ustedes esperarse cualquier cosa. Hasta que ordene expulsar a un militante como Redondo Terreros -ya lo hizo con Leguina- por decir lo mismo que decía él hace sólo unas semanas.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 22 de septiembre en esta dirección)