La estación del AVE de Los Pedroches, tras inversiones millonarias, sigue sin abrir y a la espera de un estudio de viabilidad

Solemos denominar como fantasmadas a las fanfarronerías, a las declaraciones propias de alguien presuntuoso. Pero fantasmada tiene otras acepciones. Es, por ejemplo, la acción propia de un fantasma y también se denomina así a aquello que es falso o inexistente. A esta amplia gama de acepciones nos acogemos a la hora de hablar de ciertas estaciones de ferrocarril de la Alta Velocidad Española, conocida como AVE. En el territorio de las fantasmadas hay estaciones para diversos gustos. En unos casos su ubicación supone una auténtica fanfarronada —por no dar cuerpo a ciertos rumores que derivarían en algo mucho más escabroso—, en otros porque su ubicación las ha llevado a tener una utilización tan ínfima que nos está costando una pastón mantenerlas en servicio. En otros, en fin, porque por causa de diversas circunstancias las inversiones previstas, siendo muy importantes las ya realizadas, no acaban de concretarse para que la estación entre en funcionamiento.

Me estoy refiriendo a estaciones de AVE como la que en la línea que une Madrid con Cataluña y la frontera francesa, se conoce con la denominación de «Camp de Tarragona». La denominación le viene como anillo al dedo. La estación está literalmente en medio del campo, en un paraje desolado donde sólo se encuentran las instalaciones ferroviarias. Según tengo entendido, se decidió tal emplazamiento, a medio camino entre Reus y Tarragona, para satisfacer a tirios y troyanos —en este caso tarraconenses y reusenses— al mantener ambas ciudades un pulso histórico por hacerse con los equipamientos de la provincia de Tarragona. La solución pretendió ser salomónica, pero resultó un engendro. El taxi que te traslada desde la estación del «Camp de Tarragona» hasta Reus, por ejemplo, te cuesta poco menos que el billete que te lleva de Madrid al mencionado campo. Otro caso fantasmagórico lo tenemos en la estación denominada como Guadalajara-Yepes, también en la línea de AVE que une Madrid con Cataluña. Como la del «Camp de Tarragona» está en un paraje poco urbano, la distancia hasta Guadalajara se acerca a los diez kilómetros —otra onerosa factura de taxi si no te recogen amigos o familiares—. Su ubicación hace que su utilización sea más simbólica que real.

En tierras cordobesas, también tenemos nuestra fantasmada ferroviaria, la de Villanueva de Córdoba, como señalaba ABC días atrás. Después de múltiples promesas, de inversiones millonarias en la estación propiamente dicha y en la infraestructura viaria, sigue sin funcionar. Ahora, dicen, se están haciendo los estudios de viabilidad económica. ¡A buenas horas! Quiere dotársele del mayor grado de automatización para rebajar gastos de mantenimiento. Hay un serio problema y es que la estación remodelada para uso de viajeros se encuentra a cuarenta y cinco minutos de Pozoblanco, la población más importante de la zona y a veinte minutos de la propia Villanueva de Córdoba. Esperemos que si alguna vez entra en funcionamiento —acaban de suprimir las paradas en Calatayud—, su fantasmagórico aspecto actual sea sólo un recuerdo y su uso esté acorde con las demandas ciudadanas. A veces se demandan servicios que luego tienen un uso muy restringido y terminan siendo clausurados ante una rentabilidad económica ruinosa y una rentabilidad social que no se ve por ninguna parte.

Publicada en ABC Córdoba el 13 de julio de 2013 en esta dirección)

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