Si no fuera porque se trata de un asunto extremadamente grave, lo que está ocurriendo en Cataluña y que, eufemísticamente, se denomina como el prusés, da la impresión de haberse convertido en las últimas semanas en un verdadero sainete, con ribetes de tragicomedia. Los dirigentes independentistas catalanes, los que quieren desconectar a Cataluña de España, se parecen cada vez más a los protagonistas de esas piezas menores de la dramaturgia que, al igual que los entremeses, solían ser representadas en los corrales de comedias en los tiempos que quedaban hueros entre los actos de las piezas principales con el objetivo de que el público asistente a los corrales no se impacientase. En al caso de lo que se está viviendo en Cataluña, lo de sainete no está ligado únicamente al sentido que tenían esas piezas de carácter jocoso con la que se buscaba apaciguar las impaciencias del público, también resulta válida la acepción que es propia de la palabra sainete en ciertos países de Hispanoamérica -también en el argot popular se le da ese uso en España- en los que se señala con ella un acontecimiento en el que priman los aspectos grotescos que incluso llegan al ridículo.

Tiene tintes de sainete formular en el Parlamento una declaración formal de independencia al tiempo que se niega cualquier validez al marco constitucional en el que se incardina la actividad de dicho parlamento. Se trata de un asunto sumamente serio porque el Parlamento no es un charlaterio tabernario donde se pueden hacer -de hecho se hacen a diario-  las afirmaciones más llamativas. Un parlamento es lugar revestido de solemnidad y a sus integrantes se les supone depositarios de la voluntad popular; lo sainetesco del asunto viene de que, una vez hecha la declaración, alguno de los más cualificados declarantes digan luego que no está clara si dicha declaración tiene valor alguno y deja incluso caer que esa declaración hasta podría ser papel mojado. Tiene tintes de sainete cerrar la sesión de constitución de dicho Parlamento con un grito extemporáneo -uso esta expresión por no calificar de forma  más contundente el grito final de la señora Forcadell- contrario al marco constitucional que es, precisamente, el que permite a dicha señora ocupar el cargo que en este momento ostenta, aunque, dadas las circunstancias, resultaría más apropiado decir detenta. Tiene mucho de sainete rechazar las resoluciones del Tribunal Constitucional -sabedores de la inconstitucionalidad de su decisión como, efectivamente, ha resuelto el tribunal-, afirmando que no les afecta la legislación española, al tiempo que acuden al Tribunal Supremo en demanda de amparo, porque así conviene a sus intereses. Un verdadero sainete están protagonizando las CUP -herederas del viejo anarquismo catalán que por primera vez se muestra catalanista- menospreciando a un Artur Mas, convertido en sainetero mayor con su patético aferramiento al poder.

Es hartazgo lo que produce la actitud de unos  individuos que manejan el proceso secesionista, según conviene a sus particulares intereses. Independencia, pero manteniendo la nacionalidad española. Desean separarse de España, a la que tildan de ladrona, pero no quieren renunciar a su condición de españoles. En un terreno menor, pero con no poca repercusión social, no les produce sonrojo señalar, con la mayor naturalidad, que el C.F Barcelona seguirá compitiendo en la liga de fútbol española. Lo dicho esto tiene mucho de sainete, dentro de la gravedad que encierra el asunto.

(Publicada en ABC Córdoba el 5 de diciembre de 2015 en esta dirección)

One Response to Esto es un sainete | JoséCalvoPoyato
  1. Pepe, todo esto es muy cierto, pero de nuevo se sustrae la cuestión principal: 2 millones de catalanes, casi la mitad de los que han votado, no parece que quieran ser españoles. Leí una encuesta en la que el porcentaje de independentistas bajaría al 26% tras una reforma constitucional. Los partidos mayoritarios (hasta ahora), y los gobiernos centrales, sobre todo el PP, jamás han aceptado un diálogo, creo que tienen su buena parte de responsabilidad en la situación.
    Un abrazo.


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