Se ha elevado a la categoría de problema universal hacer de una celosía fija que apenas tiene medio siglo una puerta con gozne.

Hay puertas de muchas clases, formas y colores. Las puertas han dado también mucho juego en el campo de la literatura, hasta el punto de que a veces han sido fundamentales. Se ha escuchado a través de ellas, cuando estaban entreabiertas o incluso cerradas. Se ha observado -cuando era posible- por el ojo de las cerraduras que tenían encastradas. Han sido guardianas de grandes misterios y recientemente han sido utilizadas -caso de las que ha dado en denominarse «puertas giratorias»- como expresión de ciertas decisiones inadecuadas al buscar destino a algunos ex cargos en la vida púbica de nuestro país. Hasta se las ha utilizado como elemento de humor; recuerden en el chascarrillo de aquel condenado a las penas del Infierno que protestaba gritando: «¡Esa puerta!», pidiendo que alguien la cerrara para evitar la corriente de frío que su apertura provocaba y rebajaba, algo que debía molestarle, la temperatura del ígneo lugar.

En Córdoba, al menos de un tiempo a esta parte, es la llamada Segunda Puerta de la Mezquita-Catedral, que se pretende abrir para que pasen las cofradías y hermandades que hacen su estación de penitencia en la Semana Santa en su recorrido por el templo diocesano, la que se ha convertido en todo un problema, pese a ser en cualquier otro sitio cosa sencilla y simple. La Segunda Puerta explica, en parte, que nos vaya como nos va con el Palacio de Congresos después de tantos estudios, informes, proyectos, maquetas e infografías. Con el Centro de Visitantes -¡menuda ubicación para sus formas arquitectónicas!-, que se abre, se cierra y no se tiene claro que fórmula de funcionamiento debe tener. Con el uso de las parcelas del polígono de Rabanales y la clase de actividad que han de tener las empresas que se asienten en él. Hasta con el no uso del Aeropuerto para el que se plantea construir una segunda pista cuando no se usa la que existe.

Con la Segunda Puerta -el título no estaría mal para una novela- lo ocurrido hasta este momento apunta a las formas de un esperpento valleinclanesco. Hacer de una celosía, que no tiene medio siglo y que es reclamada como tan inconmensurable obra de arte que hasta hay una disputa acerca de su verdadera autoría, una puerta se ha convertido en un problema en que ha de opinar la Unesco. Se ha elevado a la categoría de problema universal el hacer que una celosía, fija y anclada, se convierta en una puerta que conservaría las mismas formas, pero que al girar sobre unos goznes permitiría el paso por el vano que ahora cierra la celosía de marras. ¡Entenderán que es todo un problema!

Tan grande que la Consejería de la Junta de Andalucía se desdice de sus propios argumentos para sostener lo contrario de lo que afirmaba sólo hace unos meses. Tan grande como para generar un informe de Icomos, (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) -el mismo organismo emitió informe a cuenta del nuevo pavimento del Puente Romano y la Junta se lo pasó por el forro- y que la Unesco se pronuncie sobre la cuestión. La Unesco emite opinión cuando se trata de obras de relevancia tal que pueden modificar el valor artístico de un bien universal. ¿Hacen falta tantas alforjas para este viaje? La respuesta es no, pero estamos… en Córdoba y sobre todo hay algo más detrás de todas estas zarandajas sólo para transformar una celosía en una puerta.

(Publicada en ABC Córdoba el 11 de noviembre de 2015 en esta dirección)

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