Veremos si la investigación de la Junta sobre las ayudas a UGT no es una campaña de imagen mientras le sigue dando fondos.
Una parte no desdeñable de lo protagonizado durante los últimos tiempos en la UGT de Andalucía se está revelando como un escándalo de dimensiones mayúsculas. Un verdadero escándalo no sólo por lo ocurrido, sino también por los factores que aparecen relacionados con unas actuaciones que han puesto en una situación algo más que comprometida al sindicato socialista, hermano del PSOE que hasta hace poco tiempo tenía establecida como obligación para sus militantes la doble filiación sindical y política.
El hecho de haber destinado fondos públicos a ciertas reuniones de trabajo cuya explicación no se sostiene es por sí mismo un escándalo, pero el escándalo alcanza límites inauditos si le añadimos que el dinero con que se pagaban tales “reuniones de trabajo” procedían de los fondos que la UGT recibía estaban destinados a cursos de formación para los desempleados. El dinero con que se pagaban esas “jornadas de trabajo” estaba destinado a mejorar la formación de los trabajadores como instrumento para hacer frente a una de las mayores lacras que padece la sociedad andaluza: un paro que, en los mejores momentos de bonanza económica, no ha bajado de dos dígitos en nuestra tierra.
El escándalo no sólo viene provocado por esas “reuniones de trabajo” que no tienen explicación. Se intensifica cuando sale a luz pública que a la UGT de Andalucía, contando con un patrimonio importante acumulado incluso en los duros años de la crisis, no le tiembla el pulso a la hora de plantear con sus propios trabajadores un ERE donde se aplican las nuevas condiciones de despido que se permiten a las empresas con la nueva reforma laboral -la misma que tanto critica el propio sindicato-, pero que no vacila en aplicar cuando conviene a sus intereses que, por todo lo que está aflorando, en poco o en nada coinciden con de los trabajadores a los que dicen defender. Ese escándalo también se acrecienta cuando se sabe que con fondos de formación para los parados andaluces se pagan facturas por varios cientos de carteras fabricadas en China -sin duda elaboradas por gente que soporta unas condiciones de trabajo lamentables- para obsequiar a los asistentes a las mencionadas reuniones del sindicato. El escándalo se intensifica cuando se tiene noticia de que se ha tirado de la tarjeta de crédito para pagar “comidas de trabajo” donde el marisco es el rey de la mesa.
Las proporciones del escándalo son tales que la propia Junta de Andalucía pone en cuestión facturas por importe de veinte y cinco mil euros -una minucia en relación con lo que está aflorando- a los que se añade el anuncio de investigar casi dos millones más sobre los que hay sospechas de malversación. Veremos su se trata de una operación de imagen porque desde la Junta de Andalucía se siguen librando fondos y subvenciones por importe de millones de euros al sindicato hermano, cuyo secretario general en Andalucía acaba de dimitir.
Es un escándalo la actitud de unos sindicalistas, a quienes las investigaciones que realiza la jueza Alaya apuntan de forma muy directa, que han convertido su acción sindical -más que necesaria, imprescindible para los trabajadores- en un patio de Monipodio donde la picaresca, la estafa y el engaño han fluido como un caudaloso rio sin ninguna clase de límites. Lo dicho, un verdadero escándalo.
(Publicada en ABC Córdoba el 30 de noviembre de 2013 en esta dirección)