El comienzo del curso escolar se ha vivido en Lucena con un episodio de verdadera opereta. La causa, una agenda escolar promovida por la delegación municipal de Educación. Se había elegido como portada de la misma una imagen tomada del Museo de la Escuela de dicha ciudad, donde aparecían elementos educativos propios de los años cincuenta, sesenta… del pasado siglo. Pupitres de madera con el orificio para colocar el tintero que se usaba cuando los alumnos aprendían a escribir con plumilla. Un encerado donde, con tiza, se escribía la agenda de trabajos de la jornada escolar. Una lámina con un esqueleto humano para identificar los huesos del cuerpo. Una campanilla con la que el maestro llamaba al silencio. Ejemplares de las famosas enciclopedias «Álvarez», un verdadero compendio de conocimientos. Un crucifijo colgado en la pared… También retratos de jefes del Estado que incluso se remontaban a los años anteriores a la dictadura franquista. Los había del rey Alfonso XIII, juntos en un mismo marco, pese a que se llevaban como los perros y los gatos, los de Niceto Alcalá-Zamora y Manuel Azaña. Estaba el retrato de los reyes eméritos, don Juan Carlos y doña Sofía y también el de Francisco Franco.

La tormenta desencadenada a cuenta del retrato de Franco ha sido monumental. Izquierda Unida incluso ha pedido la dimisión de la concejala municipal de Educación del ayuntamiento de Lucena. La Junta de Andalucía, a quien corresponden las competencias educativas en la comunidad -otra cosa es que asuma los gastos que esa competencia conlleva y tengan que ser las asociaciones de padres y madres o los ayuntamientos los que pechen con algunos de ellos- ha puesto el grito en el cielo. ¡Una foto de Franco! Impartió la orden de retirar la agenda escolar. Los jóvenes no podían ver un retrato del dictador. Es un deseo de imponer una «damnatio memoriae» que carece de sentido, si lo que se refleja en esa cubierta son los elementos educativos de un tiempo pasado. ¿Acaso no estaba la imagen de Franco colgada de todas las paredes de los centros educativos de España durante la dictadura que protagonizó?

Hace años, en los Estados Unidos, durante la campaña electoral que llevó a la presidencia de aquel país a Bill Clinton, tras vencer a George Bush padre, un presidente cuyos niveles de popularidad al comienzo de la campaña alcanzaban el 90 por ciento, James Carville, el jefe de estrategia de campaña de Clinton consideró necesario centrar buena parte de ella en la economía. Sobre unas ideas iniciales, acabó acuñándose un lema. «La economía, estúpido». La frase se popularizó en Estados Unidos y más tarde en todo el mundo. Se le añadió el verbo «ser», lo que dio como resultado: «Es la economía, estúpido» y quedó como una expresión con la que se pretende destacar lo esencial de algo.

Suprimir la cubierta de una agenda escolar donde aparece Franco porque en ella aparecen aspectos de los centros escolares de una época que ya quedó atrás, no tiene sentido. Por muchas leyes de memoria histórica que se invoquen -en este caso es más desmemoria que otra cosa-, supone no aceptar la historia. Nos guste o no, Franco fue protagonista de la historia de España durante cuatro décadas del pasado siglo. Pretender borrarlo de la memoria es una estupidez. A los responsables educativos de Andalucía habría que decirles, parafraseando a Carville: «Es la Historia, analfabetos».

(Publicada en ABC Córdoba el 27 de septiembre de 2017 en esta dirección)

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