No hace mucho tiempo, cualificados lideres andaluces de Izquierda Unida -entre otros quien fue su portavoz en el parlamento de Andalucía en la pasada legislatura-, se deshacían en elogios al referirse al sistema bolivariano y decían añorar la Venezuela de Chávez y Maduro. Igualmente, la defensa de los planteamientos chavistas sostenida por Podemos no necesita de mayores comentario. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, mantienen un silencio elocuente, aunque responden –IU con un voto negativo y Podemos absteniéndose- cuando se debate en el Congreso de los Diputados una proposición pidiendo la liberación de los presos políticos -eso y no otra cosa son Leopoldo López y muchos otros detenidos en Venezuela- que el régimen presidido por Maduro mantiene encarcelados. No han entendido que democracia no significa sólo que haya elecciones, son necesarios muchos otros requisitos: respeto a los derechos constitucionales, respeto a la ley, respeto a las minorías, respeto a la libertad de expresión… Requisitos que son continuamente cercenados por Maduro. El líder de Podemos, como admirador de los fundamentos bolivarianos -aunque ahora guarde silencio- ha puesto ya de manifiesto lo que entiende por libertad de expresión cuando quien la ejerce no es condescendiente con sus planteamientos.
Izquierda Unida y Podemos, que buscan formar cuando menos una alianza electoral, guardan silencio ante la realidad a la que Chávez y Maduro han conducido a Venezuela. Ambos caudillos han mantenido una ficción mientras les fue posible. Muchas veces con alegatos tabernarios y declaraciones extemporáneas, buscando enemigos exteriores sobre los que cargar las culpas de los males que arrostraba el país. El régimen que decían añorar los comunistas andaluces, el mismo del que Podemos se siente tributario por razones económicas y porque algunos de sus líderes aconsejaron estrategias y formas de hacer política, se hunde estrepitosamente, en medio de una calamidad que ha sumido al pueblo venezolano en la miseria. La escasez de productos de primera necesidad, una triste realidad en comercios y supermercados que obliga a soportar larga colas pare hacerse con algunos alimentos, viene de lejos. Pero era negada por las autoridades que afirmaban ser propaganda capitalista. A esa escasez se ha sumado, desde hace semanas, los graves problemas energéticos, pese a que Venezuela es el país que tiene las mayores reservas petrolíferas conocidas en el mundo. Maduro ha planteado para combatir la crisis energética soluciones tan estrambóticas como la llamada a los venezolanos a no utilizar los secadores de pelo. Fue el primer paso que tuvo continuidad en el decreto donde se establecía que los viernes era jornada no laborable para los empleados públicos. Después ha ampliado el periodo vacacional y ha decretado que sólo trabajarán dos días a la semana. ¿Es ese el paraíso al que se refría Pablo Iglesias? ¿El paraíso que, según él, se conquistaba al asalto? A esas vacaciones de la miseria se han sumado los cortes de luz durante varias horas al día. Las explosiones de cólera popular no se han hecho esperar. Las manifestaciones y los enfrentamientos en las calles vienen a sumarse a la inseguridad que sufre el país y empieza a ser endémica.
¿Era este el modelo que deseaba importar algún líder comunista andaluz hace poco tiempo? Izquierda Unidad y Podemos guardan un silencio elocuente ante el drama que se vive en Venezuela, cuyos gobernantes, hacen caso omiso a los acuerdos de la Asamblea Nacional, controlada desde hace unos meses por una oposición que ganó las elecciones por mayoría absoluta. ¿Era ese el modelo que añoraban?
(Publicada en ABC Córdoba el 4 de mayo de 2016 en esta dirección)