De su rehabilitación nada se sabe por el sigilo del alcalde. Hagamos votos porque el proyecto no fenezca entre dimes y diretes.
LOS Presupuestos Generales del Estado no han sido generosos con Córdoba. Muchas expectativas han quedado defraudadas, al menos por el momento —todavía quedan las enmiendas del trámite parlamentario—, y otras están planteadas más como posibilidades que como realidades. Entre éstas últimas se encuentran las partidas previstas para la rehabilitación del Pósito. Se trata de una inversión plurianual —en principio para 2015 y 2016— que para materializarse habrá de hacerse realidad en ese plazo de tiempo. Para eso el Ayuntamiento tiene que andarse listo porque de lo contrario la partida de 2015, a la que está ligada la del año siguiente, puede irse a ahorro presupuestario —algo que al ministro Montoro le provoca un placer casi morboso— o incluso, vía modificación de crédito, a otro programa presupuestario que podría estar muy alejado de estos lares,
El pósito era en otro tiempo uno de los edificios emblemáticos de cualquier ciudad de cierto relieve. No tanto por su valor artístico —en algunas ciudades ciertamente lo tenía, como es el caso de Linares o de Loja que, restaurados, han sido convertidos en centros de diversos usos—, cuanto por su función social. El pósito, que en algunos sitios se le conocía popularmente como «casa panera», servía para el almacenamiento de trigo que se compraba por cuenta del cabildo municipal en los momentos de abundancia. Con dicho trigo se hacía frente a los desabastecimientos provocados al sucederse dos malas cosechas., aunque a veces a la falta de grano se sumaban los movimientos especulativos de quienes siempre han buscado la ganancia a costa del sufrimiento ajeno. En ocasiones dieron lugar a los llamados motines del hambre de los que Córdoba vivió alguno de los más sonados. Los pósitos permitían a los ayuntamientos cumplir su función de abastecer a precio proporcionado, cosa que no siempre conseguían, un artículo tan importante en la dieta del pasado como era el pan. Los pósitos se regían por un reglamento muy estricto para evitar que sus recursos se destinaran a otros fines, lo que suponía además de una malversación, privar de medios para hacer frente a las denominadas crisis de subsistencia. Para usar sus fondos con otro destino se requerían permisos especiales que raramente se concedían.
El Pósito de Córdoba es de los que tienen un notable valor artístico. Fue construido en los años ochenta del siglo XVII a iniciativa del corregidor Ronquillo y Briceño, que más tarde lo sería de Madrid con gran aplauso popular. Se erigió, para sustituir al primitivo, en uno de los laterales de la plaza de la Corredera que se levantaba por esas mismas fechas. Su rehabilitación no se sabe muy bien en qué lo convertirá, dado el sigilo del alcalde. Hay quien apunta a ubicar en él un mercado gourmet. Otros afirman, sin entrar en detalles, que será un centro de ocio. También se ha barajado el traslado de la Casa de la Artesanía para impulsar el turismo de calidad en una zona que se depaupera gravemente. Incluso hay quien ha especulado con ubicar allí la sede de la alcaldía para dar a la institución la prestancia que proporciona el peso de la Historia. En cualquier caso, hagamos votos porque el proyecto no fenezca entre dimes y diretes.
(Publicada en ABC Córdoba el 22 de octubre de 2014 en esta dirección)