Poco después de que terminara la Guerra Civil de 1936-1939, en el año 1943, Gerald Brenan publicaba “El laberinto español”. No pretendo hablarles de la obra del hispanista británico, afincado durante muchos en la localidad malagueña de Alhaurín el Grande donde murió en 2001 y se le conocía como “don Gerardo”. Pero si recordar como en esa obra Brenan señalaba que el principal problema político de España era la fuerza del sentimiento municipal y regional. Decía textualmente: “… el principal problema político ha sido siempre el de alcanzar un equilibrio entre un gobierno central eficaz y los imperativos de la autonomía local. Si en el centro se ejerce una fuerza excesiva, las provincias se sublevan y proclaman su independencia; si esa fuerza es insuficiente, se retiran sobre sí mismas y practican una resistencia pasiva.” Este párrafo escrito hace ya casi tres cuartos de siglo tiene vigencia en nuestro tiempo, cierto es que con algunos matices y determinadas diferencias, algunas muy importantes. Si hemos aludido al título de una de las obras señeras de Brenan es porque la política española en los últimos meses parece haberse convertido en un peligroso laberinto para el que los políticos del momento no encuentran la salida. No acaban de ver que los resultados de las urnas señalan la necesidad de llegar a acuerdos y pactar mayorías que puedan dar sustento a un gobierno con una mínima estabilidad parlamentaria. Es verdad que unos están haciendo más esfuerzos que otros por cerrar acuerdos que permitan un gobierno. Pero todos han marcado lo que se llaman líneas rojas, que es como denominan a los pasos que no están dispuestos a dar.
Sánchez es incompatible con Rajoy, como el agua y el aceite. No hay forma de que combinen. Para Ciudadanos -el partido que más esfuerzos ha hecho por buscar acuerdos de gobierno en estos meses- no hay posibilidad de entenderse con los nacionalistas del PNV. Estos por su parte no quieren oír hablar de Ciudadanos. Respecto a las posiciones de los independentistas catalanes basta con decir que no ven más allá de los límites políticos que ellos se han marcado y todo intento de buscar un acuerdo pasa por asumir sus inaceptables planteamientos para la política estatal, que es de lo que se trata. Otro tanto ocurre con Podemos. Se consideran, junto a Ciudadanos, los representantes de la nueva política -otra cosa muy diferente es que el ideario de los podemitas, anclado en las viejas tesis del marxismo que enmascararon durante un tiempo con la transversalidad, lo sea-, pero Iglesias y Rivera son tan incompatibles como Sánchez y Rajoy. En el PSOE las tensiones han derivado en un enfrentamiento a cara de perro con la dimisión de media ejecutiva incluida, pero Pedro Sánchez sigue pirrándose por llegar a la Moncloa, pese a tener sólo ochenta y cinco diputados, lo que tiene mucho de lamentable pretensión y más aún en las circunstancias presentes en que los miembros de su ejecutiva que han dimitido ya no consideran que sea su secretario general. Lo dicho, un laberinto del que la salida parece complicada. La situación estos días es tan esperpéntica que, en manos del gallego… Ramón María del Valle-Inclán, habría dado lugar a una espléndida obra literaria, como las que nos dejó en “Luces de Bohemia” o en “Los cuernos de don Friolera”.
(Publicada en ABC Córdoba el 2 de octubre de 2016 en esta dirección)