No voy a referirme a los rasgos faciales de Pedro Sánchez Castejón y tampoco a su apolínea figura. La guapura del actual secretario general de los socialistas es algo que no me interesa lo más mínimo. Tampoco voy a hacer referencia al término guapo en el sentido en que se utilizaba en la España de los siglos XVI y XVII para referirse a un hombre pendenciero y perdonavidas e incluso como galanteador de mujeres que era como aparecen en muchas de nuestras novelas picarescas. Si el título de esta columna alude a ese rasgo, que puede inducir a pensar en la imagen física de Sánchez Castejón, lo es en un sentido radicalmente distinto. La explicación deriva de que hace menos de dos meses, poco después de que se celebraran las últimas elecciones generales, Guillermo Fernández Vara, el presidente de Extremadura, afirmaba con rotundidad que “si Rajoy se presenta con ciento setenta escaños, ¿quién es el guapo que dice no?”. El sentido que el presidente extremeño daba al término guapo en ese planteamiento estaba referido -la acepción es admitida por la Real Academia de la Lengua- a un sujeto atrevido, bizarro y resuelto que desprecia los peligros y los acomete.
Pues bien, aquella posibilidad, la de contar con ciento setenta apoyos, que cuando Fernández Vara la formulaba de forma tan directa, era entonces algo muy lejano -Rivera vetaba literalmente por aquellos días, con mucha rotundidad, a Rajoy y repetía una y otra vez que su voto en un hipotética investidura sería no- ha acabado por hacerse realidad. Ha cristalizado justo en el número de escaños que el líder socialista extremeño ponía como listón para considerar el rechazo a su investidura como un peligroso atrevimiento que era, como hemos señalado, el significado que daba a la palabra guapo. A los ciento treinta y siete escaños que obtuvieron los populares en las urnas se suman los treinta y dos de Ciudadanos más el de Coalición Canaria. En total los ciento setenta que consideraba una cifra para presentarse a la investidura lo suficientemente elevada como para que no se le pudieran poner peros. Quizá Fernández vara recordaba que con un apoyo menos -con ciento sesenta y nueve votos- Rodríguez Zapatero fue investido presidente para desgracia de España y los españoles.
Llegado el momento, Sánchez Castejón se ha mostrado como un guapo en el sentido formulado por Fernández Vara, es decir como sujeto que desprecia los peligros y los acomete. Ha rechazado por dos veces, en el plazo de cuarenta y ocho horas, la investidura de Rajoy como presidente del gobierno, pese a que ha llegado a ella con ciento setenta apoyos. No es de extrañar que Fernández Vara haya pedido la convocatoria de un Comité Federal del PSOE con el propósito de revisar la posición de los socialistas en un posible nuevo intento de investir presidente. Sin duda está percibiendo que la actitud de un guapo, que desprecia los peligros y los acomete, conduce inexorablemente a unas terceras elecciones y eso puede suponer para los socialistas otra derrota en las urnas y es posible que incluso con peores resultados que los cosechados en diciembre de 2015 y junio de 2016; amén de que está en el aire la financiación económica algo que a Fernández Vara como a otros de los llamados barones territoriales del PSOE tiene preocupados.
(Publicada en ABC Córdoba el 3 de septiembre de 2016 en esta dirección)