La indocumentada alcaldesa de Barcelona, Ada Colau ha decidido, en el ejercicio de una competencia municipal, cambiar el nombre de una calle de la ciudad. Quitar el nombre de “Almirante Cervera” para dedicársela a un individuo a quien la alcaldesa se refirió como “el querido Pepe Rubianes” que se definió como artista galaico-catalán, en alguna de cuyas declaraciones -luego se desdijo de ellas- insultó gravemente a España y a los españoles. Colau, posiblemente para justificar su decisión, calificó al almirante nacido en la localidad gaditana de Medina Sidonia como “facha”. Con ello, además de mostrar una injusta agresividad inexplicable desde cualquier punto de vista, revela su incultura. No se merece una ciudad como Barcelona a una alcaldesa como esta. Calificar al almirante don Pascual Cervera y Topete de “facha”, amén de una muestra de analfabetismo, es una clamorosa injusticia. Como lo son las lamentables declaraciones de Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde de la Ciudad Condal faltando a la verdad -ignoro si por maldad o por ignorancia- al acusar a Cervera de bombardeos a poblaciones civiles y aduciendo como argumento que el nombre del almirante se había puesto a la calle fue en 1942.
El almirante Cervera había muerto en 1909 y había sido el máximo responsable de la escuadra española que luchó el domingo 3 de julio de 1898 y fue derrotada por los norteamericanos a la salida de la bahía de San Juan durante la guerra de Cuba. Ha corrido mucha tinta sobre la actuación de Cervera en aquel infausto combate. Hay quien le culpa de la derrota y quien incluso llegó a considerarlo un cobarde. Quizá influyera en esa opinión el cable que el Capitán General de Cuba, el general Blanco enviaba a Madrid en el que señalaba: “Cervera esta turbado por tener que abandonar su abrigo, temiendo que su escuadra sea destruida”.
No es esa nuestra opinión. Cervera, como buen militar, cumplió las órdenes de más altas instancias -presentar batalla a la flota enemiga-, pese a considerarlo inadecuado, dada la superioridad estadounidenses y la diferencia de medios con que contaban ambas armadas. Blanco le ordenaba el 2 de julio: “En razón de la desesperada situación reinante en Santiago, Vuestra Excelencia debe proceder a embarcar los efectivos de tierra e intentar sin demora una salida a alta mar”. Cervera, que iba a bordo del Infanta María Teresa, el buque insignia de la armada española, fue el primero en salir, a toda máquina y lanzando toda su potencia de fuego sobre los buques enemigos. Buscaba concentrar sobre él la respuesta del enemigo y dar una opción de escape al resto de los cruceros españoles, el Oquendo, el Vizcaya, el Cristóbal Colón. Esa actitud está muy lejos de ser la de un cobarde.
Tras la batalla, Cervera, prisionero de los norteamericanos, enviaba un telegrama a Blanco: “En cumplimiento de las órdenes de Vuestra Excelencia, salí ayer de mañana de Santiago de Cuba con toda la escuadra, y después de un combate desigual con fuerzas más que triples de las mías, toda mi escuadra quedó destruida…”
La alcaldesa de Barcelona, antes de tomar una decisión, debería leer más y decir menos tonterías. Cervera sufrió una grave derrota que resultó particularmente dolorosa para España. En ella perdieron la vida 323 españoles y otros151 resultaron heridos amén de que ponía de relieve nuestro atraso frente a las grandes potencias del momento. Pero el almirante no merece, en modo alguno, las injurias de la ignorante que Barcelona tiene por alcaldesa.
(Publicada en ABC Córdoba el 21 de abril de 2018 en esta dirección)